La proliferación diaria de encuestas sobre las elecciones en Andalucía, están ofreciendo al que haga de espectador, un escenario dónde los personajes van cambiando de sitio y de registro en cuestión de minutos.

En estos años de democracia se han conseguido cosas tan importantes como crear un sistema de educación universal, obligatorio y gratuito, que ha permitido que ciudadanos de nivel socioeconómico bajo, puedan formarse en la Universidad (antes exclusiva para los hijos de los potentados) y que opten a puestos de responsabilidad, antes reservados a los que por “derecho natural o de cuna”, estaban capacitados.

Esta cuestión es piedra angular y la derecha nunca ha asumido que las clases menos pudientes pudiesen progresar, igualarse y superar a los suyos. En la búsqueda de la diferenciación, el discurso de la derecha se centra en denostar la enseñanza pública, en señalarla como fracasada y por ende, lugar de refugio de los que no pueden acceder a la enseñanza de excelencia, es decir, la privada.

Por esto, los ataques bien disfrazados de austeridad que se están planteando en Madrid, Navarra o Galicia, no hacen sino seguir este pensamiento estratégico de la derecha española.

Sí hay estaba cantado, que era la acción lógica y esperada de la derecha cuando llega al poder, y que no entiende que la educación esté dentro de los derechos sociales, al menos la educación pública.

Pero la gravedad máxima viene dada, por aquellos ciudadanos que se han beneficiado del sistema y que ahora quieren alejarse de él. La presión mediática de la derecha y de sus thinks tanks ha calado en estas personas, que ya se sienten clase media y que no deben nada al sistema que les ayudó.

En Andalucía, estamos viendo a diario como estos nuevos conversos, están danzando de un lado a otro, muchos de ellos haciendo verdaderos actos de fé pública para ser bien recibidos en el nuevo clan. El barniz de prestigio social se fabrica y da en capas que de nuevo mezclan el neoliberalismo y el clasismo y por otro la cercanía a la Iglesia.

Uno de los encargos que tiene Javier Arenas, es precisamente el sumar a toda esta población, para esto se ha quitado la corbata, que no los gemelos de la camisa hecha a medida en el sastre. Ya no importa a D. Javier si eran andalucistas, socialistas  o comunistas, la idea es trasladarles que la política no sirve y que la derecha está por encima de las ideas, y lógicamente con ellos podrán entrar con derecho casi pleno al nuevo club.

En Cádiz hay una expresión para algo parecido, que son los arrimategui, como el otro día comentaba el buen periodista Fernando Santiago.

La foto que ilustra perfectamente esta “nueva situación” (como decía Amenábar en Los Otros), es el pacto firmado entre el Presidente de la Confederación de empresarios de Andalucía y el PP. Sin tener en cuenta el representante de los empresarios andaluces, que en esa Confederación hay muchos pequeños empresarios (también medianos y alguno de grandes empresas), que sí tienen claro y no quieren olvidar, que han prosperado gracias a las oportunidades del Estado del Bienestar, va y se retrata con sus amigos del PP.

Bien es cierto, que la película de Amenábar trasladaba en su final al espectador, que los protagonistas ya eran de otro mundo.

* José Joaquín González, Geógrafo y Máster en Comunicación