Todas las encuestas andaluzas son claramente favorables al PSOE y a Ciudadanos, pero el tufo ventajista que evoca todo adelanto electoral fundado únicamente en los sondeos aconsejaba a ambos partidos tener un buen motivo para interrumpir la legislatura antes de tiempo.

El motivo y el revés

El motivo lo ha puesto súbitamente esta semana Ciudadanos sobre la mesa al vincular la continuidad de su apoyo parlamentario al cumplimiento urgente por el PSOE de medidas de regeneración institucional incluidas en el acuerdo de investidura suscrito hace tres años.

Tras la rueda de prensa de Juan Marín el viernes en Málaga, una idea se repetía en todos los titulares, incluso en los de los medios más obsesivamente antisocialistas: ‘Ciudadanos rompe el pacto con el PSOE’. Tal unanimidad mediática es un serio revés para el relato urdido por los naranjas, pues no tendrán fácil convencer a los andaluces de que la culpa del adelanto electoral es de los socialistas y no suya.

Sospechas y certezas

La oposición andaluza en bloque acusa a socialistas y naranjas de hacer teatro, convencida de que están simulando una ruptura que en realidad estaría secretamente pactada porque a ambos les interesa adelantar la convocatoria electoral.

Tienen razón Partido Popular, Podemos e Izquierda Unida en que a PSOE y Ciudadanos les viene bien el adelanto, pero también los tres primeros hacen su teatro al afirmar taxativamente que Susana Díaz y Juan Marín están haciendo el suyo. Si PSOE y Ciudadanos simulan un desacuerdo que no existe, el PP y a Podemos/IU simulan una certeza sobre la simulación de los dos primeros que tampoco existe. La conducta de rojos y naranjas alimenta la sospecha pero no autoriza la certeza.

El teatro

Aunque, de existir, la simulación de la mayoría gubernamental sería de mucha mayor audacia y atrevimiento que la de la oposición, lo cierto es que, a la postre, ninguna de las dos es importante.

El teatro forma parte de la política, y además es deseable que así sea. Una política con demasiado teatro sería extremadamente trivial e inverosímil, pero una política sin nada de teatro sería extremadamente áspera y aun peligrosa: peligrosa no solo para la propia política sino para la convivencia misma.

De 1 a 10

Si hubiera que establecer una clasificación de 0 a 10 que expresara el interés de cada partido en que haya elecciones este año en Andalucía, la tabla quedaría así: Ciudadanos (9), Partido Socialista (7), Podemos/Izquierda Unida (3) y Partido Popular (1).

Si Cs es el partido con más interés en adelantarlas, el PP es el que menos: la relación inversamente proporcional es lógica teniendo en cuenta que sus electorados se solapan en gran medida y que para ambas formaciones es trascendental el resultado andaluz, y no solo por el resultado mismo, sino por su efecto en la ‘pole position’ de las legislativas (si se adelantan) o de las municipales y autonómicas previstas para mayo de 2019.

La pesca

Un Juan Marín, con 9 diputados en 2015, que en 2018 aventajara o aun le pisara los talones a Juanma Moreno resultaría, además de letal personalmente para Moreno, un pésimo augurio para las expectativas políticas del presidente nacional del PP, Pablo Casado.

Si en un primer momento de su aventura española Ciudadanos dedicaba los mismos esfuerzos a robar votos a su izquierda que a su derecha, su ascenso espectacular en Cataluña y el ‘sorpasso’ al PP que le auguran las encuestas han reorientado sus rutas de pesca hacia los caladeros conservadores. Si la pesca de noviembre es buena en Andalucía para Cs, la de primavera en España puede ser espectacular: Moreno y Casado tienen buenos motivos para sentirse preocupados.

Teoría y práctica de Díaz

Aunque a los socialistas andaluces les viene bien, en principio, el adelanto electoral, lo cierto es que Susana Díaz se lo ha pensado mucho. Le ha costado decidirse por el adelanto que tanto le aconsejaban miembros de su equipo más cercano y de la nomenclatura socialista. ¿Era lo que deseaba secretamente pero no lo dejaba traslucir? Es probable.

En teoría, la presidenta lo ha hecho forzada por la ruptura de Ciudadanos, pero eso es en teoría, pues en la práctica ella tampoco ha movido un dedo para ‘comprarle’ el paquete regeneracionista que tantas prisas le han entrado a Marín por ‘vender’ y cuyo producto estrella era la supresión de los aforamientos de diputados y consejeros.

No parece que entrañara demasiado coste para el PSOE andaluz dar luz verde a un proceso parlamentario de eliminación de los aforamientos que todos saben destinado a embarrancar en el Congreso, como embarrancada está también allí desde hace meses la iniciativa murciana en el mismo sentido.

El caso FAFFE

Más coste podría, en cambio, tener para el PSOE la inminente comisión parlamentaria para investigar el pago de casi 15.000 euros con una tarjeta de la Junta en un club de alterne por parte del presidente de la fundación oficial FAFFE para promover la formación laboral.

En todo caso, Díaz nunca ha querido una coincidencia con elecciones generales, y la celebración de las andaluzas en noviembre se lo garantiza, una vez que Pedro Sánchez, al alimón con Podemos, ha hecho público su calendario presupuestario, que culminaría bien entrado el primer trimestre de 2019.

Por lo demás, el buen momento de las siglas PSOE merced al efecto Sánchez, que hoy es un hecho pero mañana puede desvanecerse, aconseja también un adelanto que la presidenta viene macerando desde hace semanas con medidas orientadas a ”mejorar la vida de la gente”: aumento de plantillas en educación y sanidad, planes de empleo, ayudas a explotaciones agrícolas, televisión gratuita en los hospitales, implantes cocleares para niños sordos…

La hora de la confluencia

El análisis sobre qué interesaría más a Podemos/IU es problemático. Ambos están en un proceso de confluencia a punto de concluir, pero al que le vendría bien algo más de tiempo para asentarse y afianzar su nueva marca Adelante Andalucía. No van a tener ese tiempo.

En el último tramo de la legislatura, Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo no han dado tregua a Susana Díaz, aunque para atraerse al electorado socialista que pueda sentirse defraudado con la presidenta ambos han intentado establecer una diferenciación entre socialismo y susanismo: con el primero, dicen, cabría entenderse, pero con el segundo es imposible al tratarse de una degeneración de aquel.

El otro caladero

Es cierto que Pablo Iglesias sí está en una estrategia de acercamiento a Pedro Sánchez, pero no parece que ello vaya a pesar mucho en Teresa Rodríguez: quien manda en Podemos Andalucía es ella y su gente, no Iglesias y la suya. No coincidir con la política de apaciguamiento de Iglesias con Sánchez no es un problema para Rodríguez.

Para Adelante Andalucía (AA) sacar 20 diputados, que son los que suman ahora los 15 de Podemos y los 5 de IU, sería una decepción. El esfuerzo para confluir habría sido demasiado grande para tan magro resultado, pero lo cierto es que el único caladero donde AA puede pescar es el socialista y éste ya ha sido bastante esquilmado. Muy finas tendrán que ser sus redes para lograr una pesca espectacular.