Llevamos tanto tiempo hablando de adelanto electoral en Andalucía que todas las combinaciones posibles han sido reiteradamente difundidas y analizadas: elecciones a finales de octubre, elecciones en varias fechas de noviembre, en diciembre, en enero, en febrero y hasta en marzo, que es cuando tocan.

Cuando todas las opciones han sido tantas veces expuestas a la luz pública, es como si el trabajo sigiloso de los estrategas se estuviera retransmitiendo en directo, pues por muy listos que sean tales estrategas las opciones son limitadas, son las que son y las conoce todo el mundo. Y no solo se manejan con perfecto desahogo todas las alternativas relativas a la fecha, sino también las diversas formas posibles de acordarlas y escenificarlas por parte de Ciudadanos y Juan Marín, de un lado, y el Partido Socialista y Susana Díaz, de otro, que sobre el papel son quienes, ya sea juntos o por separado, tienen capacidad efectiva para escribir e interpretar el guion del adelanto electoral.

Variaciones sobre un mismo tema

Las variaciones sobre la puesta en escena de la sublime decisión son igualmente limitadas, aunque la probabilidad de cada una de hacerse realidad depende mucho del las preferencias del consumidor:

1. Díaz adelanta sin tomarle parecer alguno a Marín (IMPROBABLE).

1 bis. Díaz adelanta sin tomarle parecer a Marín pero culpando a Cs de haber tenido que hacerlo (POSIBLE PERO INVEROSÍMIL).

2. Díaz adelanta con la complicidad pública y manifiesta de Marín (MUY IMPROBABLE).

3. Díaz adelanta con la complicidad velada de Marín y simulando ambos un desacuerdo que en realidad no existe (BASTANTE PROBABLE PERO DEMASIADO REBUSCADO).

4. Ambos dicen que no desean el adelanto pero es mentira que no lo deseen o al menos que no lo acaricien (VEROSÍMIL Y SEGURAMENTE VERDADERO).

5. Ambos dicen que no quieren adelanto y es verdad que no lo quieren (INVEROSÍMIL Y SEGURAMENTE FALSO).

6. Díaz no adelanta y no hay más que hablar (IMPROBABLE PERO CUALQUIER SABE).

¡Que viene  el lobo!

La muy reiterada y algo empalagosa difusión desde hace muchos meses de todas estas opciones tiene como primera consecuencia que, haga lo que haga Susana Díaz, a la oposición no la pillará desprevenida.

Podemos, Izquierda Unida y el Partido Popular siempre podrán decir, y con razón, sobre todo este último, que ellos ya lo sabían, aunque su conocimiento sea parecido a aquel de la fábula del cansino Pedro anunciando una y otra vez que venía el lobo. Juanma Moreno, como Pedro el de la fábula, siempre podrá decir que él ya lo dijo.

El efecto sorpresa está descartado; es más, ni siquiera los que pudieran sentirse sinceramente sorprendidos o con el pie cambiado lo reconocerían públicamente, pues hacerlo les haría quedar como unos pardillos que no se enteran de nada.

La casuística

Las dos últimas veces que hubo adelanto electoral en Andalucía –en 1996 tras dos años de ‘pinza’ y en 2015 tras el error de IU poniéndole a Díaz la decisión en bandeja–, los socialistas sí cogieron desprevenidos a sus adversarios, que por cierto pagaron un alto precio por ello. Esta vez no será así, dado que si finalmente hay adelanto será el adelanto más adelantado de toda la historia electoral andaluza y aun española.

Objetivamente, al PSOE y a Ciudadanos les interesa el adelanto, más que nada para no arriesgarse a perder fuelle demoscópico. ¿Perderlo por dónde? Ciudadanos por el lado del PP y aun del PSOE y el PSOE por el lado de IU/Podemos y aun de Ciudadanos.

Por el mismo motivo, al PP y a la confluencia izquierdista-nacionalista Adelante Andalucía les interesa objetivamente tener más tiempo: el primero para rehacerse de la conmoción de haber sido desalojado del Gobierno y los segundos para asentar y propagar debidamente su nueva marca, que tanto ha irritado a los federales de Podemos.

Aforamientos remotos

Susana Díaz necesitaba un buen motivo –o una excusa que pudiera pasar por tal– para decidirse por un adelanto que, fundado únicamente en el ventajismo de las encuestas, entraña riesgos que la historiografía electoral documenta de modo no abrumador pero sí suficiente. Sorprendentemente –¿o no tan sorprendentemente?– Ciudadanos le ha dado a la presidenta ese buen motivo al condicionar la negociación y aprobación de los Presupuestos de 2019 a una supresión de los aforamientos que tardaría muchos meses en hacerse efectiva y que, por lo demás, Albert Rivera nunca tuvo demasiadas prisas en exigirle a Mariano Rajoy.

Socialistas andaluces con buena información aseguran en privado a sus escépticos interlocutores que les sorprendió –gratamente, aunque no lo admitan– el órdago de Ciudadanos. Tal vez sea cierto, pero les está costando encontrar interlocutores que les crean.

Un regalo algo enigmático

¿Obedece el regalo de los naranjas a un pacto secreto Díaz-Marín, como sospechan los observadores más aventajados, aseguran los adversarios más escarmentados e ilustra la Opción 3 recogida más arriba?

Tal vez todo sea, en fin, mucho más sencillo. Dado que a ambos les interesa el adelanto y dado que a los dos les viene muy bien distanciarse ante la inminencia del calendario electoral, sin concertarse previamente han acabado encontrando la manera de hacer efectivo el adelantamiento corriendo los menos riesgos posibles: el uno dando un motivo –aparatoso pero inocuo– que a la otra le sirve de excusa y la otra agarrándose a una excusa –frágil pero verosímil– que al otro le hace las veces de motivo con que cubrirse las espaldas.