La pandemia mundial del coronavirus ha supuesto una auténtica revolución del mundo tal y como lo conocíamos. Entre los innumerables cambios que se han producido a lo largo de estos meses conviviendo con la COVID-19, uno de los más destacados es la importancia que ha adquirido la profesión de médico, uno de los trabajos más infravalorados y maltratados en nuestro país.

Por todo ello, adquiere mayor gravedad el hecho de que en junio del año pasado, la Junta de Andalucía decidiera designar a Tomás Burgo Gallego, ex secretario de Estado de la Seguridad Social en 2011 con el Gobierno de Mariano Rajoy, como nuevo secretario general de la Presidencia. Un cargo adscrito a la Consejería de la Presidencia, Administración Pública e interior, que gestiona el popular y polémico Elías Bendodo, y sus competencias son las actuaciones dirigidas a proporcionar información política y técnica y asesoramiento al titular de Presidencia así como la realización de análisis y estudios que faciliten la acción del Gobierno y las relaciones de carácter institucional. Asimismo, la Junta informó que Burgos cobraría un sueldo que rondaría los 76.000 euros brutos al año.

El nombramiento de Burgos causó mucha polémica y la oposición no tardó en criticar a Moreno Bonilla y Elías Bendodo por usar el Ejecutivo andaluz como asilo para amigos “sorayistas” sin tener relación con Andalucía.

Sin embargo, más indignación generó el hecho de que Burgos falseara su currículum cuando fue secretario de Estado de la Seguridad Social. En concreto, tras ser nombrado para este cargo, apareció en la referencia oficial del Consejo de Ministros que era “médico y experto en gestión sanitaria”. También en la página web del Congreso de los Diputados se podía leer: “Medicina y Cirugía. Universidad de Valladolid”.

Posteriormente generó una intensa polémica al comprobarse que este dato era falso ya que Burgos no completó los estudios de Medicina en la Universidad de Valladolid. Aunque se intentó responsabilizar a los servicios de la web del Congreso, luego se demostró que no era la primera vez que Burgos se atribuía falsamente la condición de médico. En su ficha personal de la legislatura 1993-96 también constaba ser “licenciado en Medicina”. En su CV de la legislatura 96-2000 añadía además “Cirugía” así como en la reseña de diputado entre 2000 y 2004 aparecía también lo de “licenciado en Medicina”: Once años, de 1993 a 2004, Burgos mantuvo la falsedad de su CV al Congreso con un título que no tenía.