La participación ciudadana ha superado el 80%; Ciudadanos ha sido el partido más votado y con mas escaños en el próximo Parlament de Catalunya; los independentistas  (Junts per Catalunya, ERC, CUP) han obtenido mayoría absoluta; el PP ha sido el gran derrotado habiendo obtenido sólo tres diputados; la derecha catalana ha mejorado notablemente sus resultados…. Hasta aquí los hechos que configuran una realidad a la vez clara y compleja, que plantean nuevos retos e interrogantes. 

1.-La extraordinaria participación. La ciudadanía catalana, a pesar de las múltiples convocatorias electorales, ha puesto de relieve la importancia política que ha dado a tales elecciones. La declaración unilateral de independencia, el referéndum, la intervención de la justicia con políticos investigados (antes imputados) y con presos preventivos, así como el exilio del expresident (¿President?) Puigdemont, han provocado que las elecciones oficialmente autonómicas se hayan consideradas plebiscitarias especialmente para los independentistas.

2.-La agridulce victoria de Ciudadanos. Su mensaje fue claro y sin ambages. No sólo estaban, y están, en contra de la declaración unilateral de la independencia sino también contra cualquier propuesta de carácter soberanista. Su postura política era, y es, unionista (léase una visión uniforme de España). Ha recogido los votos del PP, de  abstencionistas en las elecciones autonómicas, posiblemente de exvotantes de otras formaciones, y de ciudadanos inquietos y preocupados por los riesgos de la “aventura” independentista (fuga de empresas, disminución relevante de inversiones extranjeras….).

Pero ¿y ahora qué? C,s ha ganado, pero no gobierna. ¿Qué tipo de oposición va a hacer?, ¿No es no?, ¿Una oposición constructiva incluyendo propuestas alternativas políticas y de gobernabilidad ?  A su vez, dada la derrota sin paliativos del PP, tal victoria puede tener repercusiones a nivel estatal: ¿C,s seguirá siendo acólito de Rajoy?, o ¿cabe esperar iniciativas propias? 

3.- El triunfo independentista en escaños. Es un éxito, sin duda, que hayan obtenido mayoría absoluta en el Parlamento, pero siguen sin tener mayoría social (anclados entorno a un 48% de votos) que les “impide” un Procés unilateral. ¿Seguirán anclados en sus trece, o iniciarán un proceso de diálogo político abierto (cuya viabilidad no depende sólo de ellos) con otras fuerzas políticas constitucionalistas? Además de sus permanentes reivindicaciones independentistas, deberán constituir un Govern que garantice la gobernabilidad, y haga frente a los relevantes problemas económicos y sociales que sufren Catalunya y sus ciudadanos/as.

La derrota de los populares. Sólo han obtenido tres diputados, ni tan siquiera podrán formar grupo parlamentario. Los populares de Rajoy, hoy por hoy gobernantes en España (aunque en minoría), ¿sabrán interpretar su derrota? ¿Continuarán con sus silencios?, ¿seguirán considerando que la solución del “problema catalán” es la aplicación del Código Penal?, ¿sabrán comprender que tal problema es de naturaleza política?, ¿sabrán y querrán inaugurar un proceso de diálogo político con propuestas positivas (nota: dialogar no es ceder!)? ¿En el Parlamento Español querrán y sabrán salir de su actitud negativa ante propuestas de revisión profunda de nuestra realidad autonómica mejorando sus niveles de autogobierno? ¿Seguirán empecinados en su “sí, pero no” a la Reforma de la Constitución? Suma y sigue. 

El auge de la derecha catalana y la recesión de la izquierda. La derecha sube en el ámbito no independentista con la victoria apabullante de Ciudadanos; igualmente en el campo independentista con la victoria de Junts Per Catalunya, formación conservadora y heredera del PdeCat, de CIU, de Convergencia, de la corrupción pujolista y del 3%. Mientras, la izquierda retrocede entre los no independentistas con la perdida de  escaños de los Comunes (con Podemos incluidos), y el PSC que no ha obtenido resultados  previstos aunque haya subido un escaño; y también en el ámbito independentista con los malos resultados de la CUP, y los  votos de ERC inferiores a sus expectativas. Sin duda tal realidad merecerá una reflexión de la izquierda política y social de Catalunya. 

Los interrogantes son profundos y amplios ¿Serán capaces, unos y otros, de desterrar “frontismos” y consensuar unos mínimos comunes que posibiliten un diálogo fluido para salir del vigente atolladero que rige la realidad política, económica y social de Catalunya? Es muy probable que C. Puigdemont sea el candidato a presidir la Generalitat; ¿cómo se facilitará ( o no) su investidura? Y, ¿cuándo M. Rajoy dejará sin efecto el artículo 155?