El PSOE andaluz no ha aclarado si votará favorablemente el jueves en el Parlamento la moción de Ciudadanos que la semana pasada el Grupo Socialista en el Congreso votó negativamente, a excepción de cuatro diputados alineados con Susana Díaz de los que tres, andaluces, justificaron su ruptura de la disciplina alegando que había sido un error involuntario.

Naturalmente, nadie les creyó; la interpretación generalizada fue que el socialismo andaluz le enviaba a Ferraz el mensaje de que la posición del grupo parlamentario no se puede cambiar alegremente por decisión unilateral de Ferraz: sin consultar primero al grupo y sin pagar después precio alguno por ello.

El precio y la circular

El precio fue, pues, la indisciplina de esos cuatro diputados, si bien los rebeldes optaron por rebajar el montante final de la factura contando al mundo el cuento que se había tratado de un mero malentendido, derivado de que el grupo había cambiado sin debate previo su posición inicial de abstenerse por la de votar en contra. 

Mientras, la dirección federal ha remitido a todas las federaciones una circular instándolas a consultar con Ferraz la posición ante esta de Ciudadanos u otras mociones similares de otros partidos.

Instar y autorizar

La circular “insta” a las federaciones a no ir por libre en la cuestión territorial presentando iniciativas propias o apoyando iniciativas ajenas “sin previa autorización” de la Comisión Ejecutiva Federal (CEF). La expresión ‘autorización previa’ es lo único que sobra en el texto, pues para hacerse entender bastaba con el verbo ‘instar’ y bastaba con la ‘solicitud’ a los compañeros de “enviar los textos correspondientes de las iniciativas para valorarlas conjuntamente desde la CEF con vosotros para determinar la posición conjunta”.

Se equivocó –¿deliberadamente?– quien en Madrid decidió incluir en el texto esa expresión innecesariamente hiriente de ‘sin autorización previa’. Se equivocó porque su inclusión agrava gratuitamente la desconfianza mutua entre Madrid y Sevilla.

La forma y el fondo

La proposición en el Congreso que Ciudadanos llevará también al Parlamento autonómico era, como se sabe, una defensa del Estado de derecho en Cataluña y de las actuaciones del Ejecutivo para contrarrestar la ofensiva independentista y el referéndum del 1 de octubre. Los socialistas enmendaron el texto del Congreso con una apelación genérica al diálogo y un respaldo a los alcaldes del PSC contrarios al 1-O, el partido naranja rechazó dichas modificaciones y el PSOE votó en contra de la moción.

En realidad, nada en esas enmiendas de Ferraz era contrario a la posición de fondo del PSOE andaluz: lo que verdaderamente molestó a Díaz y los suyos fue la forma en que se hicieron las cosas, no el fondo mismo de éstas.

Heridas catalanas

El telón de fondo de todo ello es que el poderoso PSOE andaluz acepta de mal grado que decisiones de calado –y la cuestión territorial lo es– no se adopten colectivamente… sobre todo si quien las toma unilateralmente se llama Pedro Sánchez.

Y lo acepta de mal grado porque la derrota de las primarias todavía escuece en Andalucía… y porque Ferraz no hace nada –más bien todo lo contrario– para que su victoria deje de escocer. Y lo acepta de mal grado, en fin, porque en la sede regional de la calle San Vicente de Sevilla se tiene la sensación de que Sánchez ‘está catalanizando’ al PSOE sin tener en cuenta al resto de territorios.

Por dos veces

Cuando, en la rueda de prensa de ayer, el número dos del PSOE andaluz, Juan Cornejo, fue preguntado sobre qué votará el grupo socialista el jueves en la Cámara autonómica, repitió que no podía avanzar la posición dado que esta debía ser antes fijada en una reunión del grupo. En estos casos, “siempre se reúne el grupo parlamentario”, dijo por dos veces el hombre de confianza de Díaz en el partido.

El mensaje cifrado era este: la posición del grupo parlamentario la debate y la fija el grupo parlamentario, no el secretario general (por muchas primarias que haya ganado, le faltó decir al prudente Cornejo).

Choque de tranvías

Si a lo de Cataluña y el 1-O le estamos llamando ‘choque de trenes’, a lo de San Vicente y Ferraz bien podríamos llamarlo ‘choque de tranvías’: van más lentos y transportan mucha menos gente que los trenes. Y además pueden frenar en el último momento: ¿frenará Susana Díaz el tranvía andaluz? Debería hacerlo, pues de lo contrario el primer perjudicado sería el partido y la segunda sería ella. Tal vez no hoy, pero sí mañana.

Está en manos del PSOE andaluz eludir ese ‘choque de tranvías’ con Ferraz que tanto siguen ansiando algunos talibanes a un lado y otro de Despeñaperros, así como cierta prensa que, por razones humanamente comprensibles, añora la sangre que durante tantos meses nos ha venido regalando el Partido Socialista.

Un buen trabajo

Si se exceptúa el hecho algo enigmático de que Pedro Sánchez esté ‘desaparecido’, la dirección del PSOE está gestionando con tacto e inteligencia el envenenado contencioso catalán. Susana Díaz no debería desautorizar al secretario general: no hay razones de fondo para ello.

¿Que las hay de forma? Seguramente; lo malo de las razones de forma es que interesan mucho a los de dentro pero son mal entendidas por los de fuera.