El giro estratégico de Albert Rivera sobre acuerdos postelectorales puede convertirse en el más vertiginoso de la historia política reciente. El líder de Ciudadanos ha pasado de afirmar que "nunca" haría presidente a Rajoy a suplicar al PSOE que se sume a su apoyo.

De cuando era sí al PP pero no a Rajoy
Cuando Ciudadanos emergió con fuerza a nivel nacional y Albert Rivera recorría sus primeros platós televisivos, su discurso era nítidamente el de regeneración de la política española, lo nuevo frente a lo viejo y sentenciaba que "nunca" haría presidente a Rajoy. Con el estallido del escándalo Bárcenas, preguntado en una entrevista en Al Rojo Vivo (La Sexta) sobre pactos con el PP, respondió que podría pactar con ese partido, pero nunca con Rajoy de candidato. Su argumento era precisamente el de la regeneración y que Rajoy era un presidente asociado a los peores episodios de corrupción. Textualmente su respuesta fue que "nunca" apoyaría a Rajoy como candidato y que si el PP quería su apoyo en un futuro tendría que buscar otro líder.

Rivera ha pasado de exigir la cabeza de Rajoy para pactar con el PP a brindarle su apoyo sin condiciones, sin negociación y sin pacto de regeneración

En septiembre ya no exigía la marcha de Rajoy
Tras dos años afirmando que para que Ciudadanos y el PP pactaran Rajoy tendría que irse, al estar manchado por la corrupción y representar a la vieja política, el pasado 13 de septiembre afirmaba públicamente que no exigiría la marcha de Rajoy como condición previa para un pacto porque "no corresponde" a Ciudadanos decir quién tiene que liderar otro partido.



El 27 de octubre, Rivera afirmó que la corrupción "invalida" a Rajoy para repetir como presidente.

Legitimo ser presidente sin ser el más votado
El pasado mes de noviembre, ya en precampaña electoral, el líder de Ciudadanos descartó votar una investidura de Rajoy y, al calor de las encuestas favorables de ese momento, consideraba perfectamente "legítimo" ser presidente del Gobierno sin ser la fuerza política más votada, es decir con un pacto entre la segunda y tercera fuerza política en el caso de que sumaran.

Ni a Rajoy ni a Sánchez
El candidato de Ciudadanos comenzó la campaña electoral proclamando que no apoyaría "un gobierno de Rajoy ni de Sánchez", lema que muchos expertos consideran el gran error de la campaña. Rivera dedicó los discursos de la mayor parte de la campaña a asegurar que su partido era el centro político y por tanto no apoyaría a ninguno.

Dejar gobernar al más votado
Con las encuestas a la baja, Rivera sorprendió el último día de la campaña electoral, cuando anunció que Ciudadanos permitiría gobernar a la lista más votada, a sabiendas de que sería el PP. De un no a la investidura pasaba a una abstención.

Tras las elecciones
Pocas horas después de conocerse el resultado, la misma mañana del lunes, Rivera ya anunciaba que permitiría la investidura de Rajoy, lo que equivale a decir que además de la abstención podrían llegar a votar a favor de Rajoy. Su último paso ha sido pedir al PSOE que facilite la investidura de Rajoy con los mismos argumentos que otros dirigentes del PP.

Sin condiciones a Rajoy, duras a los demás
El sí incondicional de Rivera Rajoy sorprende por las prisas que transmite, en la urgencia con la que apremia al PSOE para que apoye a al candidato del PP, a quien Pedro Sánchez dijo "España necesita un Presidente decente y usted no lo es". El líder de Ciudadanos argumenta "patriotismo", la necesidad de que España tenga lo antes posible un gobierno.

No pensaba lo mismo hace tan solo unos meses, cuando para dar el Gobierno de Andalucía y Madrid a las listas más votadas (PSOE y PP respectivamente) Ciudadanos impuso duras condiciones que además se tuvieron que plasmar por escrito.

El caso más llamativo fue en La Rioja, donde para dar el Gobierno al PP exigió la cabeza del todopoderoso Pedro Sanz y la obtuvo. El presidente riojano es ahora José Ignacio Cenicero, un absoluto desconocido más allá de esa Comunidad.

En tan solo unos meses, Rivera ha pasado de exigir la cabeza de Rajoy para pactar con el PP a brindarle su apoyo sin condiciones, sin negociación y sin pacto de regeneración por escrito.