Hasta viajamos en ellas, en el tiempo y en el espacio. Van mucho más allá de su primaria y cotidiana finalidad: brindar asiento. Son reflejo de la historia. De sus tendencias, de las señas de identidad de cada época. Define a su propietario. Más allá de tener una función práctica, son un objeto de coleccionismo, de diseño, decorativo. Resultado de imagen de historia silla gustavo gili Sobre estas cuestiones llama nuestra atención la periodista especializada en arquitectura Anatxu Zabalbeascoa, en su libro Chairs. Historia de una silla (Editorial Gustavo Gili), que ha presentado en el Madrid Design Festival, en el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM). Fue en el contexto de una muestra de sillas comisariada por Andreu World, la firma española que más sillas exporta al mundo, exposición que se mantendrá en cartel hasta el 31 de marzo.   Imagen relacionada   Los primeros en diseñar sillas fueron los egipcios. Eran de madera pero su uso estaba destinado casi en exclusiva a las doncellas, y de hecho históricamente muchas sillas han tenido forma femenina. En el mundo grecolatino lo normal era comer recostados, así que el uso que se fue popularizando poco a poco para sentarse a la mesa se perdió en esta época. Ya en la Edad Media las casas, por lo general, no contarían con más una silla. Entrado el siglo XVII, se popularizaron las sillas de diseño. El libro de Zabalbeascoa recorre algunas de las piezas más emblemáticas del diseño de mobiliario contemporáneo. Revisa las célebres sillas en serie Thonet, las sillas-manifiesto -como las de Mies van der Rohe- o las que evoca la tecnología, como los de Frank O. Gehry o Patricia Urquiola, que creó la pieza Nub inspirada en los recuerdos de su infancia, o Jasper Morrison, que ha diseñado la silla Duos, atemporal y ligera, cuyo diseñador tardó años en crear. Catorce de estos diseños se pueden ver en la mencionada exposición.