Ya lo sabemos desde el cole. La superficie de la Tierra está tomada por el agua en dos tercios y solo queda libre un tercio de tierra emergida, en la que nos agolpamos los pobres humanos. Pero también es cierto que lo que más nos preocupa es que el mar siga subiendo y ganando el poco terreno que nos queda. Aunque a veces es al revés.

Una isla efímera

Es lo que sucedió en 2015 en dos de las islas que ocupan el archipiélago de Tonga. Allí una erupción volcánica submarina hizo nacer una nueva isla. El nuevo territorio se llamó Hunga Tonga. En principio parecía destinada a ser una isla efímera. A que le movimiento del océano acabaría por arrastrarla al fondo del mar en unas semanas. Sin embargo, la isla sigue resistiendo. Y incluso parece que creciendo, pues en su parte más alta alcanza ya los 120 metros sobre el nivel del mar. Las nuevas previsiones de la NASA sobre su supervivencia se han alargado desde lo pocos meses a los más de treinta años que sostiene la agencia espacial americana en la actualidad. El secreto está en la formación y composición de la isla- Cuando hace ahora tres años el volcán que dormía en el fondo marino entró en erupción, lanzó una gran cantidad de ceniza y roca incandescente. Estos materiales se fueron acumulando hasta formar la isla.

Material volcánico

Pero la clave ha sido la composición, Las cenizas volcánicas en contacto con el agua de mar generan un tercer compuesto denominado toba. Este material se solidita con mucha fuerza y permite a los bordes de la isla resistir la mayoría de las batidas del mar. Lo mejor de todo es que durante su breve, en términos geológicos, vida, la isla puede resultar clave para comprender algunos procesos desencadenados tanto en la Tierra como en Marte, que en un pasado remoto también fue rico en este tipo de formaciones volcánicas.