No, no son situaciones imposibles de revertir. No es una condena que se tenga que cumplir inexorablemente. Los animales en serie peligro de extinción no tienen que extinguirse obligatoriamente. Porque es nuestra culpa que vayan a desaparecer. Y es nuestra responsabilidad que eso no suceda.

163 elefantes muertos desde 2012

El último ejemplo es la situación de los elefantes en Mali. En este país africano la población de estos animales perecía condenada a extinguirse. Y eso suponía un serio golpe a la supervivencia de la especie en todo el continente. La caza furtiva para conseguir el preciado marfil de sus colmillos estaba condenando a los elefantes del país. Desde 2012, 163 animales habían sido abatidos por estos cazadores. Son datos de la iniciativa Mali Elephant Project, un proyecto del Fondo Internacional de Vida Salvaje de Canadá. Los datos de elefantes muertos en Mali llevaron a considerar a esta comunidad como la que más en peligro estaba en todo África. Hasta que las autoridades del país, ayudadas por organizaciones internacionales, decidieron poner fin a la situación.

Ningún ejemplar abatido

El objetivo era proteger los 300 elefantes que todavía vivían en las praderas de Malí. Para ello se formo a brigadas de antifurtivos. Su misión es la de controlar un área del tamaño de Suiza y controlar y vigilar a los grupos de paquidermos en sus migraciones anuales. El éxito ha sido total: desde la puesta en funcionamiento de estas brigadas, hace nueve meses, ni un solo elefante ha sido abatido por furtivos. Tampoco se han registrado problemas con las poblaciones locales que, en ocasiones, competían con los elefantes por recursos como el agua o las tierras de cultivo. pero quizá el elemento más definitivo en este triunfo ha sido la estabilidad en el país africano. Como los responsables del proyecto admiten, “la caza furtiva no comenzó hasta que los conflictos militares surgieron en la zona”, sobre todo desde que en 2012 el ejército del país comenzó a luchar contra células de Al Qaeda en la zona.