Parecerá sorprendente, pero lo ha publicado la revista PLOS Computational Biology, basándose en un estudio cuyos investigadores han concluido que, aunque el virus de la gripe se propaga con mayor facilidad con el clima invernal, las pandemias no se extienden tan fácilmente. Y es que, por un lado, las mismas infecciones crean protecciones inmunológicas durante esta época, y por otro, durante la primavera y el verano la población está más desprotegida, y las pandemias se pueden propagar más. El estudio constata que las seis grandes pandemias de gripe ocurridas a escala mundial desde 1889 han ocurrido o bien en primavera o bien en verano. Y ha creado un modelo informático que imita la propagación del virus durante la temporada de gripe, confirmando, tras miles de simulaciones, que "la combinación de condiciones invernales y la inmunidad contra el virus efectivamente conducen a pandemias de primavera y verano". El resultado de la investigación, según se expresa en el citado artículo, puede ayudar a las agencias de salud pública respondan a nuevas amenazas víricas. Con todo, no hay que olvidar que, por más que estas pandemias gripales (que son enfermedades epidémicas que se propagan de manera generalizada en todo el mundo o a casi toda una población) sean más probables en la primavera/verano,  el virus nos visita más en invierno, atacando a nuestro sistema respiratorio.

Pero nos acatarramos más en invierno

Otro estudio, esta vez del virólogo Peter Palese, de la Escuela de Medicina Monte Sinai (Nueva York), señala que las temperaturas bajas y el descenso de la humedad ambiental fortalecen al virus. Y eso que, tradicionalmente, mucho especialistas han atribuido el aumento de los procesos gripales al contagio en espacios cerrados. Palese realizó su investigación con cerdos de guinea infectados con el virus de la gripe humana, y halló que la enfermedad se contagia al menos a 8 de cada 10 animales cuando la humedad relativa es del 20 al 35 por ciento, mientras que cuando la humedad supera el 80 por ciento, el virus no se transmite. Además, los mayores índices de contagio ocurren a una temperatura de 5ºC, y basta con hablar, toser o estornudar para enviar los virus al aire y que otros individuos lo inhalen.