¿Recuerdas cómo eras hace 20 años? Seguro que sí, aunque sea un tanto difuso. Aquella época en la que ibas seis horas a clase, comías cualquier guarrería industrial, seguías con un partido de baloncesto y acababas de marcha hasta las tantas. Y al día siguiente, la resaca te duraba quince minutos.

Aquellos Red Hot Chili Peppers

Más datos. En aquellos años conociste a Red Hot Chili Peppers. Ya tenían algunos discos, pero con Blood, Sugar, Sex and Magik la rompieron. La de botes que diste con Give it Away y Suck my Kiss. Flash forward al presente. Ahora eres incapaz de correr 100 metros sin ahogarte y las resacas te duran días. Las cosas han cambiado mucho. Y lo han hecho para todos. Red Hot Chili Peppers incluidos. Sus dos conciertos en Madrid son la prueba.

Cuestión de 'stamina'

Para un grupo que basa gran parte de su performance en la energía, llegar a la cincuentena tiene su peaje. Sí, son más sabios, pero mucho menos vitamínicos. O mejor dicho, anfetamínicos. La experiencia les vale para ser conscientes de la fuerza de sus hits, pero apenas les llega para defenderlos. Cuestión de stamina, que diría Trump. Apoyándose sin rubor sobre Californication despliegan un show irregular. Anthony Kiedis no está para estos trotes. Mantiene el registro vocal personal, pero de sus piruetas escénicas poco queda. Y eran parte del espectáculo. No por lo circense, sino por lo que transmitían a sus seguidores. Parallel Universe o Around the World defendidas a pie de micrófono no es lo que uno espera. Sí, es cierto. Envidiamos a Kiedis porque es el único ser humano que se pasa todo el año en bañador, como envidiamos a Hugh Hefner por ir siempre en bata. Pero el look no basta. La escenografía es espectacular. Luces y animaciones para empujar a la banda. Y Flea, claro. Acelerado como siempre. Más o menos. Tan consciente de su papel que incluso hace subir a otro bajista en Go Robot al escenario para conformar una banda nada convencional. Lo que se supone que siempre han sido. Entre medias, decenas de jams. Esas improvisaciones que a veces parecen no llevar a ningún lado. Que suenan a imposiciones de un Chad Smith alocado, cegado por los focos de los platós de televisión.

Me siento rejuvenecer

Más que con los temas de Californication, fue cuando tiraron de aquel Blood… cuando nos pareció rejuvenecer. Funkeando con Sir Psycho Sexy. Sorprendiendo con aquella coda alocada, They’re Hot. Y el momento punkarra de This Ticonderoga, de su último disco, que tocaban por primera vez en esta gira. Quizá esa sea su virtud y su pecado. La alta variabilidad en su repertorio que hace cada concierto distinto. Pero claro, siempre hay queja. Los del primer día, por la falta de Under the Bridge. Los del segundo, por la ausencia de Can’t Stop. Seguramente no sea justo. Exigimos a Red Hot Chili Peppers lo que no se nos ocurre reclamar a Springsteen o a AC/DC. A cualquiera le concedemos el beneficio de la edad. Un puro ejercicio de autoindulgencia. Que tampoco nosotros estamos para muchos excesos.