Una mañana cualquiera en un parque cualquiera. Un tipo da su segunda vuelta para completar los ocho kilómetros, a un ritmo de cinco minutos los mil metros, con los que cada día inicia la jornada. En su carrera ha pasado dos veces ante una chica enfrascada en leer una novela de Philip Roth sentada en un banco sin haber movido un músculo en los cuarenta minutos que el otro protagonista ha necesitado para completar su ejercicio. Apostemos. ¿Quién vivirá más?

Lo dice Yale

Lo que parece una apuesta sencilla resulta no serlo. Investigadores de la universidad de Yale, ni más ni menos, aseguran que leer alarga la vida. Incluso han dado datos precisos de cuánto. En el análisis, publicado en Social Science & Medicine, aseguran que los lectores viven hasta dos años más que aquellos que no han cogido un libro en su vida ni para calzar una mesa.

Dos años más por leer

En el estudio se emplearon las declaraciones de 3.635 individuos durante nada menos que doce años para llegar a la conclusión de que los lectores de 3,5 horas semanales viven un 17% más y los que superan esa cifra lectora alcanza un 23% más de longevidad que los no lectores. Para que no cupiera dudas, en la evaluación de los datos se eliminaron los factores de edad, situación socio-económica, nivel educativo, estado civil, raza y otros condicionantes como depresión u obesidad.

Solo valen novelas

Pero no basta con leer cualquier cosa. El estudio de los investigadores de la universidad norteamericana aseguran que la longevidad la proporciona la lectura de novela, independientemente de su género y su calidad, pero no arrojan los mismos resultados los lectores de periódicos, por ejemplo. Sin duda, la lectura de las noticias diarias más bien debe de acortar la vida. De momento no se han establecido los mecanismos que asocian la lectura con el aumento de esperanza de vida, pero este informe supone un primer paso para determinar que la estimulación de la actividad intelectual es tan relevante para la conservación del individuo como lo es la actividad física.