Ocurrió hace casi 30 años. Muchos de nosotros vivíamos con la ilusión y el objetivo de consolidar en España una democracia que nos convirtiera en ciudadanos de pleno derecho. Era precisa una transformación continua hacia las libertades en un proceso que nos impacientaba un poco por su “lentitud”. La demora se explicaba por la transcendencia de los cambios y la oposición visceral que presentaban algunos sectores de la sociedad bien representados por políticos de la época.

Ahora parece imposible, pero en 1985 la interrupción voluntaria del embarazo era delito. Un delito que trataba como delincuente a la mujer que se veía obligada a abortar. En este aún complicado contexto, se aprobó la Ley 9/1985 que reformó el artículo 41 bis del Código Penal despenalizando el aborto en tres supuestos. Fue un enorme alivio para las mujeres y un gran disgusto para los sectores más reaccionarios que intentaron evitarlo.

Alianza Popular, el partido antecedente del actual PP, recurrió la Ley ante el Tribunal Constitucional. Presentó el recurso José María Ruiz Gallardón, padre de Alberto, actual ministro de Justicia. El alto Tribunal lo aceptó, estableciendo la doctrina de que el nasciturus es un bien jurídicamente protegido, pero cuya defensa podía entrar en conflicto con intereses de la madre.

Y fue esa tarde, en la que se conoció esta decisión del Constitucional, cuando viví en los platós de TVE una situación rocambolesca protagonizada por los dos Ruiz Gallardón – el padre y el hijo- junto al periodista Manuel Campo Vidal. Dirigía entonces los informativos de TVE Enric Sopena, director hoy de ELPLURAL.COM.

Me cogieron al vuelo en un hotel de Madrid, participando en unas jornadas sobre temas de mujer. Manuel Campo Vidal, en su libro 'Confidencias. La televisión por dentro', cuenta muy bien lo sucedido: “Enric Sopena me encargó a media tarde, minutos después de conocerse la existencia de esa sentencia, que preparáramos un 'Telediario Punto y Aparte' para aquella misma noche, con un parlamentario del partido del gobierno y otro de la oposición.”

“Estaba claro que el parlamentario de la oposición debía ser José María Ruiz Gallardón, diputado aliancista por Madrid, dado que era el primer firmante del recurso. (…) A Ruiz Gallardón lo localizamos en pocos minutos y obtuvimos su confirmación inmediata sobre su presencia en el programa, aunque ya una cámara se había desplazado aquella misma tarde a su despacho para obtener sus primeras impresiones para la segunda edición de Telediario”, prosigue Campos Vidal.” Para representar la opinión del Gobierno acudieron a mí que era en aquel momento senadora socialista.

En esas manifestaciones previas fue cuando José María Ruiz Gallardón, eufórico ante el éxito del recurso, se había explayado. Según reseña Campo Vidal: “Cuando terminamos sus declaraciones dijo ante las cámaras, con los focos todavía encendidos y en su propio despacho: 'Con esto y un bizcocho esta noche me emborracho', declaración que hizo en pleno estado de conciencia, y que a Amalia Sánchez Sampedro (la entrevistadora) le pareció excelente por su espontaneidad”.

Yo por mi parte, no sabía entonces nada de todo esto y por lo que leo en su escrito, Campos Vidal tampoco. Llegué a la sala de maquillaje, saludé a José María Ruiz Gallardón sin tener constancia de que mientras estábamos allí esperando para intervenir en el Telediario Punto y Aparte, la peculiar frase de José María fruto de su alegría por la decisión del Tribunal, se reproducía en los informativos y, más tarde, se propagaba gracias a la prensa internacional.

Sí que puedo dar fe de lo que recoge después el periodista en Confidencias: "Al entrar en el estudio, en silencio, donde estaba terminando el Telediario, un joven alto, visiblemente excitado, se dirigió hacia nosotros y le dijo a Ruiz Gallardón: '¡Papá, han dado lo del bizcocho y el borracho!' José María Ruiz Gallardón pegó un salto y se giró hacia mí diciéndome: "¿Por qué habéis dado lo del bizcocho y el borracho?".

Como expresa Campos Vidal, la tensión fue tremenda en el estudio. El aviso del joven Alberto sacó de sus casillas al diputado. El representante de Alianza Popular preguntaba airado la razón de que se hubieran difundido sus palabras. No se podía imaginar la repercusión que tendrían. Fui testigo también de que durante los dos minutos previos a entrar en antena, el diputado exigió reiteradamente la dimisión del director general de RTVE y de Sopena.

Después, en el debate, todo fue bien y el padre del hoy ministro recuperó el autocontrol. Lo cierto es que el PP jamás planteó la aplicación de recurso ni reforma alguna sobre el tema, ni entonces ni durante los años de Gobierno de José María Aznar. Pero aquel joven alto y algo excitado debió rumiarlo durante todo ese tiempo. No quiso olvidarlo.

Quizás por eso, cuando ha tenido ocasión -es decir, una vez al frente de la cartera de Justicia- nos quiere hacer retroceder en el tiempo y, de un plumazo, pretende borrar todos los avances adquiridos con tanto esfuerzo, con tanta lucha y con tantas lágrimas.

Se diría que una vez que Alberto ha logrado ser ministro se ha propuesto llevar adelante el trabajo que su padre, ya fallecido, inició. Les imagino juntos, mojando bizcochos en vinillo rancio y ebrios de satisfacción, borrachos los dos de poder.

Francisca Sauquillo es abogada, exeurodiputada, exsenadora socialista y presidenta del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad