Sucede con la realidad, como sabían los escritores góticos, que suele ser más alucinada e increíble que la ficción. Es en la literatura fantástica donde  encontramos un concepto, por acotar en realidad todavía, que es el de las “distopías”. La RAE lo define como “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”. Me parece una definición un tanto imprecisa, aunque doctores tiene la Iglesia de la Academia, o deberían, y no es este el espacio para discusiones terminológicas.

Baste decir que, “El Quijote”, de Don Miguel de Cervantes, podría ser, además de la fundación del género novelístico, la primera distopía como tal, al contraponer las dos realidades del cuerdo loco, Sancho Panza, y el loco cuerdo, Don Quijote, en esos dos mundos hilados con la genialidad de la literatura de los parajes hispánicos, La Mancha particularmente, y esa ínsula irreal y prometida de “Barataria”. Para ir aterrizando, decir que algunas de las distopías más conocidas fueron de temática política, con las bondades y maldades de los tontos útiles u obedientes, en la sociedad y en el ejercicio de la cosa pública, con ejemplos tan vaticinadores como “1984” de George Orwell o “Un Mundo feliz” de Huxley.  En estas ficciones muy reales sobre la política y el ejercicio del poder, hay un apartado especial para los que no hacen lo que deben, o viven en una realidad al margen de la que lo es.

Me temo que, algo así está ocurriendo con los líderes de la izquierda en el mundo y, particularmente, en nuestro país. No sé si piensan que, ese intento de remade del “Frente Popular” que ya fue nefasto en la Segunda República, en especial para los socialistas, tiene posibilidad de exitosa versión con la foto Pedro Sánchez/Pablo Iglesias Turrión. Referentes más cercanos, como la análoga de los entonces líderes del PSOE e Izquierda Unida, Joaquín Almunia/Francisco Frutos llevaron a IU a su casi desaparición, y al PSOE a un pésimo resultado. El electorado progresista no quiere potajes ideológicos, sino propuestas claras, y que luego, cada uno con la suya, concurran a las elecciones y se entiendan luego. Esto, que debiera estar ya aprendido, lo vio claro José Luis Rodríguez Zapatero que consiguió tomar el pulso a la ciudadanía con medidas claras como la Ley del Matrimonio Igualitario, de Dependencia, de Memoria Histórica, por poner algunos ejemplos. No comprendo como este “pigmeo”-en términos del grandilocuente Óscar Puente-, que acaba de ser crucial en la excarcelación del opositor venezolano Leopoldo López, lo vio tan claro, y el nuevo secretario bis del PSOE sigue sin entender lo que demanda la ciudadanía española y su electorado.

Por poner un ejemplo claro: la postura del PSOE sobre la Gestación subrogada se ha cerrado a capón en el último Congreso Federal que invistiese a Sánchez. Lo lógico sería que, un tema tan sensible e importante, se hubiese debatido en profundidad y que, el hecho de que un partido pionero en conquistas civiles, hubiese, al menos dudado, en mantener una postura que les pone en el mismo lugar que el PP, y algunas de las asociaciones más reaccionarias de este país como el Foro de la Familia. El propio Congreso Federal de Juventudes Socialistas les ha llevado la contraria hace sólo unos días, tomando la medida de lo que la propia sociedad española, que siempre fue moderadamente progresista, demanda.

Según las encuestas del Observatorio de la Cadena Ser, más del 70 por ciento de la sociedad española desea la legislación sobre dicha gestación. Ni siquiera la ley del Matrimonio Igualitario tuvo tanto apoyo, aunque se acercó, y España se convirtió en un país a imitar por pionero en esta conquista de derechos civiles. Este ejemplo de falta de conocimiento y sintonía con la calle de la sociedad española resulta francamente preocupante y responde a ése por qué de cómo un partido carcomido por la corrupción, los escándalos y los oportunos suicidios siga en el poder, mientras la izquierda, y su principal e histórico partido, el PSOE, sigue sin articular alternativas claras e ilusionantes. Eso que otro “pigmeo”, en opinión del ciclópeo Oscar Puente, el expresidente Felipe González, llamó “Luces largas”, y que falta tanto hoy en nuestra política.

La sociedad, necesita, más que nunca, que se regulen espacios en blanco en nuestra veloz contemporaneidad. No hacerlo supone peligrosos vacíos, como en el caso del que hablamos, que pueden llevar de una legislación clara y garantista sobre la Gestación Subrogada, con ejemplos perfectamente diáfanos y progresistas como los de Canadá, a un peligroso mercadeo que lo convierta en lo que hoy es en medio mundo: alegales vientres de alquiler contra los que estamos todos los progresistas. Lo que no sirve de nada es la escenificación de la vaciedad, por muy borrachos que estemos, con razón, por las simpatías militantes que nunca coinciden con las realidades en votos de las elecciones generales, porque nos puede pasar, en este tiempo de distopías políticas,  como al distópico Sancho Panza, que se vio como gobernador de una inexistente Barataria.