[[{"type":"media","view_mode":"media_large","fid":"24405","attributes":{"class":"media-image size-full wp-image-316471","typeof":"foaf:Image","style":"","width":"645","height":"338","alt":"El ministro Jos\u00e9 Ignacio Wert y la secretaria de Estado de Educaci\u00f3n, Montserrat Gomendio. Foto: Ministerio de Educaci\u00f3n, Cultura y Deporte"}}]] El matrimonio formado por el exministro José Ignacio Wert y la exsecretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio. Foto: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte



Cuenta la Historia que Viriato, el líder lusitano que mantuvo en jaque a las legiones romanas allá por el siglo II a.C., sólo pudo ser derrotado por la traición de sus propios lugartenientes; y relata también que cuando los traidores fueron a recoger su recompensa por librar a Roma de tan molesto enemigo, el general Quinto Servilio Cepión les contestó con la frase que, cierta o no, ha trascendido a los tiempos: "Roma traditoribus non praemiat", Roma no paga a traidores.

De igual modo, nadie creía que finalmente Rajoy acabara recompensando los "servicios" del ex-ministro Wert con la embajada ante la OCDE, entre otras cuestiones porque llovía sobre mojado.

Aunque en los mentideros educativos madrileños se venía elucubrando tiempo atrás con la posibilidad de que Montserrat Gomendio, entonces secretaria de Estado de Educación, pudiera acceder a algún cargo en la OCDE, muchos dieron por hecho que el salto se produciría al terminar la legislatura. Cuando finalmente se comprobó que la "puerta giratoria" había funcionado antes de tiempo y la gran muñidora de la LOMCE se quitaba de en medio y era nombrada directora general adjunta de Educación en la OCDE, con sede en París, saltaron todas las alarmas ante la posibilidad de que el propio ministro pudiera ser relevado a petición propia para seguir a quien ahora es su mujer.

Pocos, incluidos la mayoría de expertos educativos del propio PP, creyeron posible entonces que Rajoy permitiera a Wert abandonar el barco pocos meses antes del final de la legislatura. Muy pocos barones populares, que sufrieron en sus carnes los efectos de las políticas educativas del ex-ministro, entendieron que el presidente del Gobierno accediera a dejar fuera del Gobierno a quien creen el responsable de buena parte de su descalabro electoral. Pero son menos aun los que alcanzarán a comprender que, además, el destrozo y las relaciones personales tengan como premio una embajada en París.

Fuera del ámbito del PP, también resultaba difícil pensar que quien ha resultado ser el ministro peor valorado de toda nuestra historia democrática; quien ha tenido el dudoso honor de tener enfrente a toda la comunidad educativa; quien ha ocasionado varias huelgas generales desde la educación infantil hasta la universidad; quien ha propiciado los mayores recortes en la enseñanza hasta comprometerse con Bruselas en dejar la inversión educativa en un 3,7% del PIB, el que teníamos a finales de los años 70; quien ha resucitado las reválidas que abolió uno de los últimos ministros de Franco; quien ha dejado como legado la LOMCE, el mayor monumento a la confrontación en educación; quien eliminó educación para la ciudadanía; quien recortó las becas y subió las tasas universitarias; quien, en definitiva, ha perpetrado el mayor ataque a la escuela pública y al principio de igualdad de oportunidades, pudiera ser galardonado.

Pero ante el sonrojo de propios y la indignación de extraños, lo que parecía imposible se ha hecho realidad y quien ha traicionado a la educación con sus formas, con sus medidas y con una confrontación nunca vista, recibirá como premio una embajada ante la OCDE porque aunque Roma no paga a traidores, Rajoy sí.

Mario Bedera
Portavoz de Educación
Grupo parlamentario Socialista