A buenas horas, mangas verdes.  Ha dicho Esperanza Aguirre, presidente del PP de Madrid en la Convención regional de hoy sábado, lo siguiente: "Hay que pedir perdón por la corrupción en nuestro partido".  La presidenta subrayó que "son demasiados los casos que han afectado a miembros de esta formación política".  De pronto, Aguirre ha vuelto, pues, a ponerle el dedo en el ojo de Mariano Rajoy. La lideresa insistió: "Hay que pedir perdón por no haber vigilado todo lo necesario".

Demasiado tarde llega, desde luego, la confesión pública de Aguirre, aunque con su habilidad demostrada tantas veces, se ha acogido, al parecer, a otro refrán: "Más vale tarde que nunca". Y en cuanto a la corrupción del PP madrileño ha señalado, a través de un latiguillo más que inexacto y que repite con frecuencia, que en Madrid "se ha reaccionado inmediatamente", incluso antes de que hubiera imputados.

¿Por qué ha soltado lo que ha soltado hoy Aguirre? Pues lo ha hecho para ir abriendo el sendero que conduce al Ayuntamiento de la capital de España. Ése es su objetivo, según todos los indicios conocidos. Como es mucho más lista o ladina que muchos de sus compañeros del partido sabe perfectamente que el Ayuntamiento madrileño se tambalea. La alcaldesa, Ana Botella,  pretende continuar en su cargo, en el que aterrizó gracias a los tejemanejes de su marido, José María Aznar y de Alberto Ruiz Gallardón.