Las acciones de Bankia llegaron a subir más de un 30% al inicio de la jornada bursátil y a media mañana mantenía una subida de entorno al 20%. Se pone así fin a diez días consecutivos de brutales caídas del valor, dado que desde que empezó a cotizar en Bolsa y hasta ayer Bankia había perdido el 70% de su valor y un 50% desde el pasado 7 de mayo, día en el que el Gobierno hizo dimitir a Rodrigo Rato como presidente de la entidad. La publicación de la noticia de que será el banco de inversión Goldman Sachs quien valorará los activos de Bankia y el anuncio del nuevo presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, de que en breve se conocerán los nuevos planes del banco, han provocado un rebote en el precio de la acción que, no obstante, sigue por debajo de lo que valía el día que dimitió Rodrigo Rato.

La derecha se queda sin excusas
Aunque el Gobierno y el PP iniciaron una campaña mediática para echar la culpa de la quiebra de Bankia a todos menos a ellos (a Zapatero, a Miguel Ángel Fernández Ordóñez), la realidad no se puede ocultar porque las evidencias son demoledoras. Bankia es el resultado de la fusión entre Caja Madrid y Bancaja, una fusión "política" porque el PP -entonces en la oposición- quería tener su gran banco. Caja Madrid siempre estuvo controlada por el PP de Esperanza Aguirre y Blesa fue su presidente por ser amigo íntimo de Aznar. En la etapa de Blesa Caja Madrid se sumerge en el ladrillazo. Bancaja estuvo siempre controlada, y férramente, por la Generalitat Valenciana, y su anterior presidente, Oliva, fue puesto a dedo por el PP. Bancaja financió todos los disparates inmobiliarios de la Comunidad Valenciana y acabó como esa Comunidad, quebrada. Cabe recordar que cuando gobernaba el PSOE Esperanza Aguirre y Camps celebraban "cumbres del eje de la prosperidad", que como se ha visto era el "eje del ladrillazo, la busbuja inmobiliaria y la quiebra". Por mucho que Esperanza Aguirre diga que la fusión con Bancaja se "hizo a punta de pistola", fue una opción que el PP impulsó y, en todo caso, ella y sus consejeros en Caja Madrid se podrían haber opuesto. En el momento de la fusión Esperanza Aguirre, tan proclive a salir en los medios, no dijo ni pío.

Y comienza a criticar a Rato
Como la realidad es apabullante, de una forma tímida destacadas firmas de la derecha comienza a  hablar de lo evidente, entre otras cosas para no dañar su prestigio profesional. Así hoy mismo Casimiro García Abadillo escribe en El Mundo: "Resulta evidente que si Rato hubiera sido un buen gestor, Bankia no tendría que haber sido nacionalizada. Pero, entrar en ello suponía para este Gobierno achatarrar el prestigio de uno de los hombres más carismáticos del PP. Como no se quiso decir que Rato, como banquero, lo había hecho bastante mal, la opinión pública se quedó sin saber cúal era la versión oficial sobre una dimisión que, a todas luces, era una destitución". En definitiva, lo que se empieza a decir en todos los medios, independientemente de su orientación ideológica, es que si la fusión con Bancaja era mala, Rato debió oponerse y denunciarlo, que la salida de Bankia a Bolsa decidida por Rodrigo Rato se hizo mal, que la negativa de Rato a fusionarse con CaixaBank fue otro error y que la decisión de Rato de comunicar al Banco de España que podían seguir en solitario y sin ayudas fue un disparate.