Guillermo Fernández Bueno tenía una condena de 26 años y medio de prisión por el asesinato y violación en el año 2000 de una mujer que trabajaba como empleada de limpieza en una cafetería de Vitoria.

A esa agresión sexual se le añadía otra que había cometido meses antes. Al refundirse ambas condenas, se le redujo la pena a 22 años de cárcel de los cuales ya llevaba 17 y medio.

Fernández Bueno había solicitado en diversas ocasiones la asignación del tercer grado, fase previa a la concesión de la libertad condicional. Sin embargo, sus peticiones siempre fueron rechazadas, tanto por la Junta de Tratamiento de la prisión en primera instancia como por los jueces de Vigilancia Penitenciaria en segunda instancia.

Estos últimos le habían concedido finalmente los permisos que disfrutaba desde 2012 sin ningún tipo de incidencia hasta este último, del 15 al 22 de julio, cuando dejó su celda bastante vacía, lo que hace sospechar que tenía planeado no volver.

 

De hecho, el reo había seguido varios programas voluntarios de reinserción como el destinado a los agresores sexuales, otro curso de "vivir sin violencia" y uno de preparación para las salidas de permiso.

Una fuga planificada y con compañía

Guillermo Fernández Bueno habría planificado su huida con su pareja tras habérsele denegado de nuevo el tercer grado hace unos meses. Ambos se abrían conocido en el antiguo centro penitenciario de Santander, cerrado en 2009 cuando ella acudió como trabajadora social voluntaria.

Sin embargo, Instituciones Penitenciarias ha confirmado que actualmente ella no era empleada pública y que accedía regularmente a la prisión de El Dueso para las comunicaciones y vis a vis concedidos al preso.

En un primer momento la policía confiaba en poder "proceder a su detención y puesta a disposición judicial inmediata" e, incluso, en que Guillermo Fernández Bueno "entre en razón" y regresara a prisión.