Comprar ropa de segunda mano se ha convertido en toda una moda en las generaciones jóvenes. Visitar Humana o echar un vistazo a Vinted de vez en cuando en busca de esa prenda vintage, que ya se considera una reliquia, está a la orden del día. Pero, ¿qué hay de las segundas oportunidades a aquellos libros malamente olvidados en nuestras estanterías?
Cierto es que España es uno de los países del mundo en el que más títulos se publican por las editoriales y, muestra de ello, son todas las novedades que llegan por doquier a las librerías. Puede que esta avalancha de ejemplares deje en la sombra a aquellos libros que tenemos guardados en casa, tanto los pendientes como aquellos que no han sido tan de nuestro gusto. ¿No merecen estos un nuevo destino?
En los últimos años ha crecido un movimiento, cada vez mayor, de brindarle una segunda oportunidad a estos ejemplares extraviados de atención. No es raro encontrarse a pie de calle alguna librería especializada en libros de segunda mano y, para los más despistados, incluso las redes sociales han servido de trampolín para hacer proliferar este trueque de literatura más asequible y cómoda.
A ojos de los transeúntes, estos espacios invitan a adentrarse en ellos al ofrecer una amplia gama de nuevas -y conocidas- historias, con el singular detalle de que muchos de ellos tienen sus páginas amarillentas del uso, con anotaciones en sus márgenes y, los más preciados a ojos de los ávidos lectores, con dedicatorias a un ser querido.
En paralelo, tal ha sido el ‘boom’ que se ha experimentado en este ámbito que tampoco resulta extraño ver con mayor frecuencia en parques como El Retiro algún que otro rincón en el que la gente puede dejar sus libros para que otros se los lleven, con la promesa al aire de devolverlo o dejar otro en su lugar, compartiendo así una historia con un destinatario anónimo.
Una práctica que también se deja ver en algunas estaciones del Metro de Madrid, un lugar invadido por el ajetreo rutinario en el que pasa desapercibido el encanto de ver cómo, en mitad de esa ansiedad por el trabajo o problemas varios, alguien sostiene un libro en sus manos. En muchas de sus estaciones, lo que eran papeleras, ahora son espacios de encuentro de múltiples títulos que viajan a la par con los pasajeros.
El olvido puede ser una estantería, un cajón o una mesa desordenada donde estos libros aguardan a volver a ser abiertos. La nostalgia de recordar, de dar vida otra vez a esas páginas, es sinónimo de un nuevo significado para aquella historia que nos hizo vibrar en algún momento. Entonces, como si de una prenda colgada en el armario se tratara, ¿por qué no regalar a un nuevo destinatario esa nueva historia por contar?