La pandemia del COVID-19 ha transformado muchos aspectos de nuestras vidas, incluyendo las prioridades y deseos en cuanto a los viajes. Después de un largo periodo de confinamiento, limitaciones de movilidad y las consecuentes reflexiones personales de cada uno, la necesidad de viajar más lejos y explorar nuevos destinos se ha vuelto una tendencia notable en todo el mundo. 

El confinamiento prolongado generó en muchas personas un deseo intenso de libertad y exploración. De hecho, según un estudio realizado por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), el 57% de los encuestados expresó que viajar era una de las actividades que más extrañaban durante la pandemia. Este anhelo de movimiento se ha traducido en un deseo de viajes más largos y significativos, buscando experiencias que borraran las huellas del periodo de restricciones en la memoria colectiva.

Cambio en las prioridades y condiciones

La pandemia llevó a una gran parte de la población mundial a revaluar sus prioridades y valores. La búsqueda de experiencias auténticas y significativas ha cobrado importancia, y viajar es una forma de satisfacer esta necesidad. Un informe de Expedia reveló que el 65% de los viajeros ahora busca experiencias que les permitan desconectar de la rutina diaria y reconectar con ellos mismos y con la naturaleza. Este cambio en la mentalidad del viajero ha incrementado la demanda de destinos lejanos y exóticos, donde las experiencias puedan ser más transformadoras.

Además, el teletrabajo se consolidó como una opción viable para muchas empresas, lo que ha permitido a los trabajadores una mayor flexibilidad para viajar. Esta flexibilidad permite a las personas combinar trabajo y viajes, explorando destinos más lejanos durante periodos extendidos. La posibilidad de trabajar desde cualquier lugar ha abierto nuevas oportunidades para el turismo de larga distancia. No obstante, cabe recordar la otra cara de la moneda que se experimenta en nuestras propias fronteras, pues este turismo derivado del teletrabajo ha llegado a generar una crisis de la vivienda por ejemplo en Canarias, donde los alquileres se han vuelto imposibles. El propio Gobierno regional ha declarado la emergencia habitacional, una situación que se ha generado desde que teletrabajadores del norte de Europa, con un poder adquisitivo más elevado que el de los habitantes de las islas, empezaran a habitar por largos periodos de tiempo distintos rincones del archipiélago, elevando la demanda y los precios de una manera excluyente para la población canaria. 

El crecimiento turístico vs la búsqueda de la paz mental

Si bien el sector turístico fue uno de los más afectados por la pandemia, también ha sido uno de los que ha tenido una mayor recuperación. Según el primer número del Barómetro OMT del Turismo Mundial del año, en 2023 el turismo internacional alcanzó el 88% de los niveles registrados antes de la pandemia, con un número estimado de 1 300 millones de llegadas internacionales, y se espera un crecimiento sostenido en los próximos años. Los destinos lejanos y menos visitados están siendo promovidos agresivamente para atraer a turistas que buscan escapar de las multitudes y explorar nuevos horizontes.

A esto se une uno de los aspectos clave para entender esta nueva tendencia de viajes excepcionales, y es que viajar tiene beneficios comprobados para el gran problema de esta década: la salud mental. Un estudio publicado en el Journal of Travel Research encontró que las personas que viajan con regularidad experimentan niveles más bajos de estrés y una mayor sensación de felicidad. Después de la pandemia, la necesidad de mejorar el bienestar emocional y mental ha impulsado a muchos a buscar escapadas más lejanas, donde poder desconectar completamente e incluso rejuvenecer.

De esta forma, el deseo de explorar destinos lejanos ha sido impulsado por una combinación de factores psicológicos, sociales y tecnológicos. La búsqueda de libertad, experiencias significativas, flexibilidad laboral, recuperación del sector turístico y el impacto positivo en la salud mental son motores poderosos que explican por qué necesitamos viajar cada vez más lejos. 

Aunque este fenómeno puede representar un nuevo tipo de globalización con beneficios potenciales para la economía y el intercambio cultural, también plantea desafíos significativos en términos de sostenibilidad y preservación de la autenticidad de los destinos. Solo a través de un enfoque consciente y responsable del turismo podremos disfrutar de estos nuevos horizontes sin comprometer el valor y la integridad de los lugares que visitamos. Cabe, por tanto, hacerse la gran pregunta: ¿será el ser humano capaz de preservar la esencia de los lugares escogidos para escapar de su realidad diaria?