Miles de personas sufren migraña en nuestro país, un problema que está acompañado en muchas ocasiones de mareo. Las causas difieren, aunque una de las más importantes es el conocido como “vértigo recurrente asociado a la migraña (VRAM)”

“También se le llama migraña vestibular, debido a los síntomas que la caracterizan”, explica la Dra. Andrea Gómez García, especialista de la Unidad de Cefaleas de Servicio de Neurología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid y co-autora del blog de esta unidad, Cefablog

“Cuando el sistema vestibular, que es uno de los encargados del control de la estabilidad, el equilibrio y la orientación espacial, no funciona correctamente, se producen episodios recurrentes de vértigo”, precisa. 

Esta especialista alerta de que se trata de un problema infradiagnosticado, debido a que el diagnóstico diferencial es amplio y los datos que arrojan los estudios, muy variables. Sin embargo, teniendo en cuenta que aproximadamente el 15% de la población occidental padece migraña y la frecuencia con la que aparece este síntoma asociado, puede considerarse esta patología como la causa más frecuente de los episodios espontáneos de vértigo.

Sin una causa clara

Qué lo provoca no está claro, aunque “se han detectado en el sistema vestibular varias de las sustancias implicadas en el dolor de la migraña, y este sistema conecta con otros centros clave en la generación y mantenimiento de la patología”, indica la Dra. Gómez.

Del mismo modo, se sabe también que las personas con migraña tienen generalmente mayor susceptibilidad a todo tipo de estímulos: la luz, el ruido, ciertos olores, e, incluso, estímulos de movimiento y orientación. “Esto se traduce en que estos pacientes son más propensos a tener mareo que personas sin migraña”, aclara esta neuróloga.

Por otro lado, el vértigo recurrente afecta en mayor proporción a las mujeres y suele diagnosticarse alrededor de los 40 años. Los dolores de cabeza que definen la migraña suelen aparecer tiempo antes, e, incluso, en algunos pacientes han desaparecido cuando se inician los episodios de mareo o vértigo. 

Síntomas

“Los afectados suelen tener, o sensación de que el entorno se mueve alrededor, o sensación de movimiento interno, que puede ir acompañada o no de alteraciones en la estabilidad”.

Generalmente, estos episodios se producen de forma espontánea, aunque a veces los desencadenan movimientos de cabeza, cambios de posición, estímulos visuales u otros factores que típicamente desencadenan a la migraña como el estrés, la falta de sueño o la menstruación. 

Lo habitual es que el dolor de cabeza y el vértigo no se presenten a la vez. Sin embargo, hay otros síntomas también característicos de la migraña que pueden darse de forma simultánea como aversión a la luz (fotofobia) y al ruido (fonofobia), náuseas y vómitos, o ruidos anómalos en los oídos (tinnitus).

En lo que respecta al tiempo de duración de los episodios, este varía. En algunos casos son pocos minutos, pero pueden durar horas e, incluso, días. Y la frecuencia también cambia dependiendo de los casos. Pueden darse de forma esporádica o varias veces al mes.

Todo esto hace que para algunos pacientes “lleguen a ser muy incapacitantes”, reconoce esta especialista.

Diagnóstico y tratamiento

Para realizar el diagnóstico basta el cuadro clínico y la exploración. “Salvo sospecha de otras entidades, no son necesarias pruebas adicionales”, indica la Dra. Gómez.

Criterios diagnósticos de la migraña vestibular

Asimismo, si los episodios son breves, poco frecuentes o poco molestos, tampoco se precisa tratamiento farmacológico. “Es suficiente con evitar los posibles desencadenantes y practicar ejercicio físico de forma regular”, aclara.

Para tratar los episodios más duraderos, sin embargo, “pueden emplearse benzodiacepinas (diazepam, por ejemplo), antihistamínicos o triptanes, al igual que en la cefalea”, indica. Y si se trata de episodios muy frecuentes se puede pautar un tratamiento preventivo. Generalmente es el mismo que el que se emplea en la migraña, ya que hay pocos estudios con evidencia alta a este respecto. Lo habitual es utilizar aquel que mejor se adapte al paciente, más que por eficacia, por los efectos secundarios y comorbilidades del mismo.