Lydia Valentín sumó la cuarta medalla para España en los Juegos de Río, un bronce que sabe a oro y que lleva años consiguiendo hasta convertir la halterofilia, en un deporte popular y reconocible. Lydia pronto contará con otra medalla más. Londres 2012 le debe una. La que le quitaron tres rivales, ahora sancionadas por dopaje. Fue cuarta en Londres y espera lo antes posible recibir una medalla de oro del COI, que tanto merece.
Cuando Lydia Valentín cruza la puerta que da acceso al módulo de halterofilia ubicado en el CAR de Madrid, un mensaje le recuerda el porqué de sus triunfos en los Campeonatos de Europa de 2014 y 2015 y de su bronce en el Mundial disputado en la ciudad polaca de Breslavia en 2013.
A esos honores suma, desde este viernes, una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Río 2016, cimentada igualmente en la frase que resuena en el sótano del complejo deportivo donde se ejercita junto a los otros tres levantadores españoles que compitieron en la ciudad carioca: Andrés Mata, Josué Brachi y David Sánchez. "Le llaman suerte, pero es constancia; le llaman casualidad, pero es disciplina; le llaman genética, pero es sacrificio. Ellos hablan, tú entrena". Esa es la sentencia que conduce por el camino del éxito al grupo dirigido por Matías Fernández, el técnico que tutela a la deportista leonesa, de 31 años, desde el año 2008.
Su medalla de bronce es, sin duda, uno de los grandes éxitos del deporte español pero también el premio a una carrera individual fomentada a base de esfuerzo. Por fin el deporte ha hecho justicia con una deportista que, aunque con retraso por cuestiones de la burocracia del COI, era la actual campeona olímpica. El bronce de este viernes le ha sabido mejor que el oro logrado en Londres (aún no le han dado aquella presea). Su grito y su cara nada más completar su exhibición así lo demostraron.