Más de 30 años después, Ahmed Tommouhi ha sido absuelto. El albañil de origen marroquí estuvo 15 años preso por una violación que no cometió. En 1992, un tribunal de la Audiencia de Barcelona, presidido por la hoy ministra de Defensa, Margarita Robles, se basó en exclusiva en el señalamiento en la rueda de reconocimiento como prueba única para emitir una condena que, más de 30 años después, ha sido anulada por la Sala Penal del Tribunal Supremo, después de estimar un recurso de revisión sustentado sobre evidencias nacidas en informaciones periodísticas y que reclamaba un clamoroso error de la Justicia.

Ahmed Tommouhi es hoy un hombre libre. Este hombre de origen marroquí fue condenado a prisión por una violación que no cometió y que le mantuvo entre rejas al menos 15 años. Una situación que ha acabado este mismo jueves, con el fallo del Alto Tribunal, que esta vez ha tenido en cuenta “unos informes periciales sobre el semen encontrado en una prenda íntima de la mujer agredida y que no se corresponde con los marcadores genéticos” del condenado. Así lo han destacado en una nota emitida por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). La víctima de la agresión sexual, que en aquella época tenía 14 años, exhibió su apoyo al recurso en una entrevista concedida al diario El País.

En busca de la reparación

En cualquier caso, los informes sobre los que se sustenta esta anulación, según recuerdan desde el Poder Judicial, se realizaron en 1992 por la Policía Científica de Barcelona, aunque “nunca llegaron a conocimiento del tribunal, pese a ser una prueba admitida que formaba parte del procedimiento, dado que los peritos no acudieron a declarar en la vista oral y el tribunal no suspendió el juicio para su citación”. La sentencia del Alto Tribunal aún tiene que finalizar su redacción, pero según han adelantado varios medios de comunicación, entre ellos el propio El País, se toma en consideración el recurso presentado por la abogada Celia Carbonell en nombre de Ahmed Tommouhi.

En el momento de su detención, Tommouhi tenía 40 años. Ahora tiene 72 y por fin ha llegado la noticia. La ha recibido en “la barraca” del pueblo catalán donde reside. El albañil ha asegurado sentirse “muy contento” y ha celebrado que “la verdad siempre llega”. “Hace 30 años que la espero. Pero para todo lo demás, para mi vida, mi trabajo, mi familia, llega tarde. Todo está arruinado”, ha comentado el propio condenado. De hecho, ha insistido en que llega con 30 años de demora; con 15 años a la sombra y otros tres lustros sin trabajo, sin papeles y con la obsesión de que reparasen el daño y limpiasen su nombre.

No obstante, esta no es la primera vez que el Alto Tribunal admite la inocencia de Tommouhi. En 1997 ya ocurrió, cuando otra vez los análisis científicos desvelaron el error en las ruedas de reconocimiento. El verdadero criminal guardaba un parecido asombroso con el propio albañil. Sin embargo, el marco legal impidió entonces que el análisis del material genético afectara directamente a otras condenas idénticas en liza, por lo que siguió en prisión hasta que, en 2006, pudo salir. Junto a él estaba otro ciudadano marroquí, Abderrazk Mounib, que falleció en la cárcel en abril de 2000, pero que, a pesar de admitir su inocencia también en 1997, recibió idéntica condena.

La ley marca que, frente a una condena en firme, se exige la existencia de “hechos nuevos” o, en su defecto, desconocidos a ojos del tribunal que se encarga de dictar la sentencia y que, por supuesto, evidencien la inocencia del condenado. Es precisamente el caso de Tommouhi. En el libro Justicia Poética (Braulio García Jaén. Seix Barral), se recoge cómo se descubrió que en la condena no se tuvo en cuenta la analítica de semen, que evidenciaba la inocencia del albañil. Nuria, la víctima de la violación, declaró en El País que si no es por él “por qué siguen culpándolo”. Declaraciones sobre las que pivotaba el discurso presentado por Carbonell hace no más de un año.

El motivo por el cuál llega tan tarde la anulación es el tiempo transcurrido entre el descubrimiento de ese hecho novedoso y su alegación ante el Supremo. Y es que han pasado más de 30 años. Así, en el Alto Tribunal justifican, a través de una rueda de prensa, “nunca llegaron a conocimiento del tribunal, pese a ser una prueba admitida que formaba parte del procedimiento, dado que los peritos no acudieron a declarar en la vista oral y el tribunal no suspendió el juicio para su citación”.