Hoy voy a empezar citando el auto que el magistrado del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, redactó ayer para el exministro de Transportes y todavía diputado en el Congreso, José Luis Ábalos. En el auto se nota la inquina de Puente contra Ábalos y que no tuvo las gónadas suficientes para enviarle a Soto del Real aunque se muriera de ganas de hacerlo. Decía su señoría, así sin despeinarse ni nada, y como si fuera lo más normal del mundo: "Es natural el estupor que produce que una persona sobre la que pesan indicios tan consistentes de delitos graves relacionados con la función pública pueda mantenerse, procesado y todo, ejerciendo las altas funciones de un diputado". Y no contento con eso, se permitía añadir una barbaridad disfraza de consejo al Congreso, pues apostillaba diciendo: "Que por ley se articule la manera de impedir que esto suceda".

Esto sería de risa si no fuese tan sumamente serio, pues estamos hablando de un magistrado de la instancia más alta de la judicatura pasándose por el forro de la toga la separación de poderes, y jugando a hacer política a través de un auto. En los últimos tiempos hemos visto al Consejo General del Poder Judicial, y a las asociaciones conservadoras de jueces, rasgarse las togas y poner el grito en el cielo porque políticos de izquierdas hablaban de lawfare o expresaban su estupor ante la forma de instruir de jueces como Peinado o Hurtado. Pues lo siento mucho, pero eso no es nada ante la barbaridad de hacer política a través de una resolución judicial. Puente ha traspasado todas las líneas rojas habidas y por haber con un solo auto.

Jueces haciendo política

Hemos visto correr ríos de tinta afirmando que los políticos no pueden hablar de los jueces… pero ¿pueden los jueces hablar de los políticos y de política? Pues claro que pueden, pero siempre que lo hagan fuera de horario laboral y no en sus autos o sus sentencias.

Lo de este miércoles de Leopoldo Puente es tan sumamente grave que el CGPJ debería actuar de oficio. Puente, alguien que estaba llevando una instrucción prácticamente exquisita se ha pasado más de frenada en un auto que Peinado en media instrucción. Y es que si quiere hacer política lo tiene fácil, que cuelgue la toga. Lo tiene fácil, que hable con un partido y se presente.

Otra deriva más que preocupante es el viraje de determinadas señorías que desde el pedestal de su superioridad se dedican a emitir resoluciones que se parecen más a un argumentario del PP, en el mejor de los casos, o de la extrema derecha que a un argumento jurídico. Esto no solo es lamentable, sino que es muy, pero que muy peligroso en un Estado de Derecho como el nuestro, pues la democracia, mal que nos pese, es muy frágil y hay que cuidarla. El día que se pierda la separación de poderes, señores lectores, estaremos volviendo a unos tiempos muy oscuros que, aunque muchos no recuerden o no quieran recordar, no hace tanto que se terminaron.

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