El juez Peinado señala directamente a Sánchez y convierte el 'caso Begoña' en un juicio público y político

El juez Juan Carlos Peinado, instructor de la causa que afecta a Begoña Gómez, Cristina Álvarez y Juan Carlos Barrabés, ha conseguido colocar el foco donde siempre ha pretendido: sobre Pedro Sánchez. Después de comunicar a la mujer del presidente del Gobierno, su asesora y el delgado de Gobierno de Madrid, Francisco Martín, que la pieza separada por malversación será sometida a jurado popular; el magistrado ha tomado la misma decisión para el enjuiciamiento del caso principal (corrupción en los negocios y tráfico de influencias, apropiación indebida e intrusismo), siendo diferente la justificación presentada.

El auto emitido por Peinado busca dar fundamento a la necesidad de que la pieza principal también sea juzgada por jurado popular y, para ello, la principal fuente argumental ha sido el líder socialista. “Las acciones llevadas a cabo por la inicial investigada Begoña Gómez, derivada de su relación de parentesco con el actual presidente del Gobierno, es la causa que se considera fundamental para poder apreciar la posible concurrencia del delito de tráfico de influencias, y como consecuencia de ellos, los posibles restantes delitos", expone el juez.

El magistrado pretende montar una macrocausa, aunando las piezas en un único juicio y sentando a Gómez frente a un jurado popular. Es más, la unión conyugal de Sánchez y Gómez es la punta de lanza de un juez que acudió a La Moncloa, al más estilo estrella del rock, para preguntarle al presidente del Gobierno qué relación mantiene con su esposa. "Debe tenerse presente que el hipotético enjuiciamiento conjunto de los delitos objeto de investigación conduce a que haya de analizarse lo que, en principio, constituye el origen de los hechos delictivos”, expone en su auto, anticipando que pretende ahondar en la relación personal del matrimonio.

Esta intromisión, apunta el magistrado, se debe a que "sin ese vínculo con el actual presidente del Gobierno, difícilmente podría ella y los otros dos investigados poner en práctica las conductas que, posteriormente, han sido ya consideradas, indiciariamente, como constitutivas de elementos que permiten llevar a este instructor a la íntima convicción de que pueden concurrir los elementos objetivos y subjetivos, así como los elementos descriptivos y normativos de los otros delitos”. Indicios claros para Peinado, que hace pocos meses cometió un casual error que obligó a archivar un caso que afectaba a un alto cargo del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y a OK Diario.

En lo que se refiere a la mujer del presidente el Gobierno, al magistrado no solo no se le agotan los plazos, sino que los autos se suceden a gran velocidad, algunos de ellos coincidiendo casualmente con momentos políticos en los que pueden llegar a tener una gran influencia. Sea como fuere, Peinado considera ahora que “es clara la necesidad del enjuiciamiento conjunto” de los cinco delitos con los que señala a Gómez a cargo de un jurado popular, dado que su planteamiento “lleva a la inexorable conclusión de que han de ser considerados delitos conexos, y que, en caso de enjuiciamiento por separado, llevaría a la ruptura de la continencia de la causa".

Peinado y Manos Limpias avanzan

El titular del Juzgado de Instrucción Número 41 de Madrid tomaba en la tarde de este jueves una nueva decisión para exponer a Gómez y al presidente del Gobierno. Este proceder se ha dado en más de una ocasión desde que en abril de 2024 aceptase una denuncia basada en recortes de prensa, entre ellos un bulo ya desmontado y condenado por la justicia, y presentada por el grupúsculo ultraderechista Manos Limpias. Año y medio después, tras su desfile por Moncloa y inadmitir y admitir el mismo delito en cosa de meses, el juez ha vuelto de sus vacaciones con ganas.

Al show particular de una de las estrellas de las derecha le faltaba la chispa y Peinado acudió al jurado popular. Todos los delitos imputados, aunque poco fundamentados, serán sometidos a esta práctica. Más espectáculo y emoción de un magistrado que se jubila, quiera o no, dentro de un año, pero que parece por la labor de alargar su último baile hasta el final. O dicho de otra manera, lo más cerca posible de las próximas elecciones.