Se han cumplido diez años desde que ETA anunciara el “cese definitivo de la actividad armada”. La lucha antiterrorista se realizó desde muchos frentes diferentes. Uno de ellos es el de la Audiencia Nacional, donde sus jueces y fiscales han llevado todos los procedimientos judiciales contra sus miembros. Procedimientos que, ahora, en 2021 se siguen investigando y juzgando.

Elplural.com se ha sentado con algunos de esos jueces y fiscales para saber cómo vivieron aquel anuncio y cuál es su opinión. Los magistrados Eloy Velasco y Santiago Pedraz, los fiscales Jesús Alonso, Marcelo Azcarraga y Javier Zaragoza, los exmagistrados Javier Gómez Bermúdez y Baltasar Garzón y el exfiscal Juan Antonio García Jabaloy explican cómo han sido estos diez años.

¿Cómo vivieron aquel anuncio? El entonces fiscal jefe Javier Zaragoza explica que, “en cierto modo fue un alivio, claro. Yo en aquellos momentos desempeñaba la plaza de fiscal jefe de la Audiencia Nacional y, por lo tanto, tenía algunas responsabilidades importantes en la persecución, investigación y enjuiciamiento de los delitos de la banda terrorista y de todo su entramado. A mi no me sorprendió que ETA anunciara el abandono definitivo de la actividad armada porque entre otras razones un año antes ya se había producido un parón provisional de la propia actividad armada”.

Su sustito al frente del Ministerio Público de la Audiencia Nacional, Jesús Alonso, dice: “Es una sensación agridulce. Digo agridulce porque por fin se consigue lo que siempre has soñado, la disolución y, sobre todo, que el estado de derecho vence a una banda terrorista, pero también te acuerdas de toda la gente que se ha quedado por detrás. Por eso es un sentimiento agridulce”.

Por su parte, el entonces presidente de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, preguntado por si se lo creyó asegura que sí, porque “los antecedentes, la debilidad absoluta de la banda y la divergencia con los intereses políticos de los partidos pro ETA, así lo indicaban”.

El magistrado Santiago Pedraz asevera preguntado por el anuncia de 2011 que, “en ese momento me lo creí. Bueno, nunca te los crees al cien por cien, pero me lo creí. Me sorprendió, pero estaba prácticamente seguro. ETA ya no está, como tal ya acabó aunque sigan quedando causas abiertas todavía con personas en busca y captura”.

El exfiscal Juan Antonio García Jabaloy explica: “Al principio no sentí nada porque no me lo terminaba de creer. Han sido muchos años, y el modo en que se produjo ese anuncio me hizo sospechar que era una táctica de las muchísimas que ha utilizado ETA. Después, afortunadamente, se confirmó que era así. Pero al principio no salté de alegría”.

García Jabaloy dice que supo que era verdad “cuando pasó el tiempo y se confirmó que efectivamente desde muchos puntos de vista, muchos grupos abertzales con contacto directo o indirecto con ETA decía que esto iba absolutamente en serio. Y así fue, pero fue cuestión de tiempo.

Baltasar Garzón cuanta que la noticia del fin de la violencia etarra cincuenta y tres años después de la fundación de ETA, “me sorprendió en Bogotá. Me plantee el escenario de futuro y pensé que tendrían que transcurrir al menos veinte años hasta cerrar las heridas y para que este planteamiento pacífico se produjera. Siempre he tenido claro y ya entonces lo dije así, que solo con un diálogo claro a partir de ese momento, sin soberbia y en base a la participación se podría encontrar el camino de la convivencia. El concepto básico era y sigue siendo, la innecesaridad de ETA para conseguir cualquier objetivo político. El tiempo, afortunadamente, ha ido marcando una pauta no exenta de esfuerzo pero que supone el avance de la concordia en la vida de Euskadi y también de España. Y hay que tener claro que no ha sido un triunfo de la izquierda aberzale ni de ETA, sino de las víctimas y de la ciudadanía española que les han permitido este debate”.

Escépticos

Pero no todos opinan igual. Marcelo Azcarrega, el fiscal que coordina las 379 causas de ETA que todavía quedan abiertas dice que, cuando se produjo el anuncio “no me lo creía mucho. Lo quisieron vender como ‘os perdonamos la vida’, y a mi estos no me perdonan la vida porque lo que hemos hecho es ganarles en todos los frentes con la ley, y solo con la ley”.

Y preguntado por cuándo se dio cuenta de que estaban derrotados asegura que “yo todavía no me he dado cuenta. Efectivamente no han vuelto a atentar, pero no quiere decir que no vayan a volver a atentar. No tengo ninguna garantía porque no han entregado armas, han hecho un paripé de vergüenza de entregar cuatro detonadores. Cuando realmente veo que estamos en la buena senda es cuando condenan a la mesa nacional de Batasuna, cuando se condena al entramado de financiación de ETA. Ahí es cuando se empieza a ganar a la banda terrorista”.

Por su lado, el magistrado Eloy Velasco asegura que el anuncio le produjo “la misma impresión que las treguas. Quizás la cultura de un juez no es creerse las palabras, porque la gente miente más que habla, sino creerse los hechos. Y cuando ves que sigue habiendo comandos, siguen escondiéndose armas en zulos, sigue habiendo reuniones, sigue habiendo chavales que pasaban al otro lado de la frontera y alguien les entrenaba, pues por las informaciones soterradas que teníamos por la policía pues veíamos que era a Dios rogando, pero con el mazo dando”.

No era la primera vez que ETA hacía un anuncio, por lo que Velsco dice que “no lo creímos hasta que los hechos fueron demostrando que se fue dejando de matar, que no de reunirse y captar, porque cuando yo me marché de instrucción todavía había viejos miembros de ETA que seguían contactando con chavales jóvenes para resucitar la banda con fines muy semejantes. Esto es como una goma, es difícil de creer que se ha acabado una cosa en un momento, sino que se estira en el tiempo y hubo un tiempo en que no era creíble que ETA había dejado de existir como tal.”

Cambio de vida

Pero la realidad del fin de ETA se impuso, y supuso cambio de vida para los jueces y fiscales. Se ha pasado de no poder salir con escolta, de mirar cada día debajo del coche, a poder sentarse tranquilamente en una terraza a tomar algo sin el miedo a que les dieran un tiro en la nuca.

Jesús Alonso, que como jefe sigue manteniendo la escolta, explica: “Es una sensación de mucha libertad no solo por ti, sino también por los escoltas. No hay esa sensación de opresión o ahogo que puedes sentir porque haya un peligro objetivo que te rodea. Lo sé por amigos que han tenido la escolta y que ahora no la tienen que ahora viven como cualquier ciudadano, es decir, se levantan sin ningún temor a montarse en su coche, sin ningún temor a subir en un ascensor con alguien que no conocen, sin temor a entrar en un portal o sin temor a pasar por una comisaría porque saben que lo normal es que no pase nada”.

García Jabaloy cuenta que la retirada de la escolta “es una liberación absoluta más que del cuerpo, de la mente. El hecho de que te tuvieran que llevar a casa y decir ‘hasta mañana Juan Antonio’, y que estuvieras en casa y que lo primero que vieras al día siguiente por la mañana era la cara de tu maravilloso escolta escoltándote para ir a trabajar pues genera, o al menos a mi me generaba una tensión insoportable. El día que dijeron que ya no hacían falta salté de alegría. Ahí sí que fue saltar de alegría. Decir, por fin soy dueño de mis actos en cualquier momento del día”

Para Gómez Bermúdez “la diferencia es la intimidad. Los escoltas eran muy profesionales y prácticamente amigos. Se jugaban su vida para proteger la suya. quiero decir que no tenías intimidad, aunque ellos intentaban no ser invasivos y eran excelentes profesionales”.

Garzón por su parte asegura que “lo cierto es que, a raíz de la condena del Tribunal Supremo que me separó de la judicatura en febrero de 2012, el Ministerio de Interior me retiró la escolta. Se conoce que una vez inhabilitado desaparecen las amenazas sobre tu vida como por arte de magia. Así pues, para mi no supuso especial diferencia. Debo decirle que siempre he paseado por la calle con absoluta tranquilidad. Eso es un privilegio, la verdad”.

Velasco matiza que “nadie ha comentado lo que todos hemos pensado, que aun no había acabado ETA y ya estábamos con el yihadismo. El terrorismo nunca para, no ha parado. Tenemos unas manifestaciones de cierto grado de anarquismo especialmente en Cataluña vinculadas con los movimientos negros de Grecia y de Italia que no han parado, ciertos sectores vinculados al Procés y los CDR. El terrorismo etnonacionalista igual ha pasado de País Vasco a Cataluña. Pero el terrorismo en si mismo, como criminalidad organizada donde algún sector supremacista quiere imponer su creencia a los demás mediante la violencia no ha parado. Has podido descansar de unos, pero nunca puedes descansar de todos”.