Esta semana se ha celebrado el Día Mundial de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), una patología que afecta al 11,8% de la población española  y supone la tercera causa de muerte en nuestro país (5%), según datos del último estudio EPI-SCAN, el informe que recoge la prevalencia de la EPOC en las 17 comunidades autónomas.  Se trata de una enfermedad pulmonar irreversible que afecta sobre todo a personas de entre 40 y 80 años, cuya calidad de vida se ve reducida progresivamente. A pesar de su enorme incidencia, presenta unas cifras de infradiagnóstico del 75%, un problema que se agrava entre las mujeres, con un 80,6%, frente al 70,4% de los hombres.

Bronquitis crónica, enfisema pulmonar, disnea, tos del fumador, producción de esputo… son algunos de los efectos de la EPOC. La principal causa de esta patología es el tabaco, aunque también existen factores genéticos detrás de un buen número de casos. Asimismo, la contaminación y la exposición a sustancias químicas contribuyen a desarrollar esta grave afección respiratoria.

El tratamiento de la EPOC requiere un abordaje integral con el objetivo de retrasar al máximo los síntomas de la enfermedad y el deterioro pulmonar.  En este sentido, la continuidad asistencial resulta clave a la hora de tratar a estos enfermos crónicos.

“La calidad de vida del paciente mejorará y se reducirán las descompensaciones, retrasando así el progreso de la enfermedad”, aseguró Marina Verano, enfermera de Continuidad Asistencial del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, durante la celebración de la ‘Jornada de Continuidad de Cuidados para el paciente EPOC 2022’. El objetivo de este encuentro, dirigido a los propios enfermos y sus familiares, es que puedan conocer bien la patología y los diferentes tratamientos para fomentar el autocuidado.

Una figura clave, la enfermera de Continuidad Asistencial

La figura de la enfermera de Continuidad Asistencial es fundamental en la coordinación y comunicación entre Atención Primaria y Atención Hospitalaria y el pilar en el que se apoya esa continuidad de los cuidados, tan importante para los pacientes crónicos, como lo son los enfermos de EPOC. Estos profesionales garantizan la atención a los enfermos y coordinan a los profesionales implicados en el seguimiento, entre otras cosas. “Asegurar en todo momento la continuidad asistencial, disminuyendo la sensación de ‘salto al vacío’, es la tarea fundamental de estos profesionales”, aseguró Laura Muñoz, otra de las ponentes de la jornada.

El autocuidado y la detección precoz del agravamiento de la enfermedad juegan un papel fundamental a la hora de frenar la progresión de la EPOC, subrayó Rebeca Armenta, supervisora de Enfermería del Servicio de Neumología de la Fundación Jiménez Díaz. En la valoración previa al alta domiciliaria, añadió, se tienen en cuenta parámetros inflamatorios/infecciosos y estabilidad clínica.

Todos los cuidados y ejercicios que se recomienden deben estar adaptados a la situación personal de cada enfermo, insistió María Teresa Gómez del Pulgar, enfermera del Servicio de Neumología del hospital madrileño. “La deshabituación tabáquica, una alimentación adecuada, el cumplimiento terapéutico y el ejercicio físico acondicionado a la situación del paciente” son los autocuidados recomendados.

Los inhaladores y las terapias respiratorias se convierten en un compañero habitual para los enfermos de EPOC. Los primeros ayudan a administrar los fármacos y existen en la actualidad de tres tipos: de cartucho presurizado, de polvo seco y de niebla fina. En cuanto a las terapias, el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz cuenta con la posibilidad de ofrecer estos servicios terapéuticos a domicilio, beneficiando el bienestar del paciente en todos los sentidos.

El tratamiento domiciliario para los pacientes de EPOC tiene un valor añadido ya que se trata de una población especialmente vulnerable y expuesta a continuas exacerbaciones. El objetivo es mantenerles fuera de los hospitales el mayor tiempo posible.

La importancia de cuidar los pulmones

"Tus pulmones, de por vida" es el lema elegido en este 2022 para el Día Mundial de la EPOC. Con él se quiere subrayar la importancia de mantener la buena salud de este importante órgano y, además, proteger a las poblaciones más vulnerables.

Cuidar nuestros pulmones desde la infancia es vital para evitar padecer esta grave enfermedad que puede detectarse tempranamente con una espirometría, una prueba rápida no invasiva. Es una patología crónica que, en las fases iniciales, no parece afectar seriamente al paciente, pero a la larga produce una merma considerable de la calidad de vida de las personas que lo sufren. Tareas cotidianas como vestirse, asearse e incluso comer, se convierten en una carrera de obstáculos. De ahí la importancia de ponerle freno a la enfermedad y hacer que evolucione lo más lentamente posible.

¿Cómo afrontar la enfermedad?

Las principales recomendaciones de los expertos son las siguientes:

  • Suprimir totalmente el tabaco (y por consiguiente la exposición al humo de otros fumadores).
  • Seguir el tratamiento pautado por el especialista.
  • Llevar siempre a mano un inhalador por si se presenta una crisis.
  • Llevar una vida saludable: dieta adecuada, beber abundantes líquidos y realizar ejercicio físico moderado. En este sentido, debe realizar los ejercicios recomendados diariamente y pasear.
  • Prevenir en lo posible resfriarse: evitar cambios bruscos de temperatura, los ambientes cerrados o con polución.
  • Si se produce un empeoramiento de los síntomas se debe acudir siempre al especialista. La agudización o exacerbación de la EPOC, básicamente es un aumento considerable de la disnea que puede ir acompañada o no de más tos, aumento de la cantidad y purulencia del esputo, dolor torácico, subida de la temperatura corporal o acrecentamiento de ruidos respiratorios.