Será el próximo mes de diciembre cuando el Ministerio de Sanidad comenzará a dar los primeros pasos del gran estudio estatal para estudiar qué efectos tienen las sustancias químicas cotidianas en nuestra salud. La iniciativa, de la mano de otros tres ministerios y otras entidades científicas, viene a dar cabida a la nueva estructura de biomonitorización humana, tratando de determinar los niveles de contaminación a los que estamos expuestos a diario.

En aras de poder impulsar medidas nacionales y públicas de este calibre, España sigue los pasos que ya se han adoptado en esta materia en países del entorno como Francia o Alemania, también en Estados Unidos. De esta manera, se tratará de determinar qué relación pueden tener estas sustancias cotidianas con posibles enfermedades, concretar grupos vulnerables a las mismas y fijar prioridades de investigación.

Cosméticos, productos de limpieza, textiles o envases de alimentos serán objeto de este exhaustivo estudio estatal. Pese a que suelen ser seguros, en algunos casos pueden funcionar como disruptores endocrinos, séase, químicos invisibles que pueden dañar la salud humana y afectar a las hormonas.

No es la primera vez que estudios de este calibre se han aplicado en España y han tenido medidas puestas en práctica como consecuencia. Diferentes estudios científicos arrojaron luz sobre la cantidad de mercurio que contienen pescados como el atún, motivo por el cuál, se desaconsejó su consumo habitual tanto en mujeres embarazadas como en bebés.

Evolución del estudio: de la investigación científica al muestreo en la población

La mecánica será sencilla: se remitirán cartas a 14.000 familias, de la que uno de sus miembros tendrá que acudir a su centro de salud más cercano para someterse a unas muestras de sangre, pelo y orina; una fase que arrancará con mayor intensidad a partir de los primeros meses de 2025. Dichas muestras de ADN se enviarán a laboratorios científicos para su análisis y determinar los restos de al menos 40 sustancias potencialmente contaminantes.

Sin embargo, este proceso viene de lejos. Fue en 2022 cuando Sanidad, Consumo, Agricultura y Transición Ecológica se pusieron de acuerdo, a la par con diversas entidades científicas, para impulsar este fin en común. El año siguiente, se constituyó un pleno y la comisión permanente para ahondar en esta estructura sólida de biomonitorización humana.

El departamento dirigido por Mónica García ha destinado a este programa una inversión de cinco millones de euros, además de otro millón y medio destinado a las comunidades autónomas para su gestión. Según recoge ‘El País’, uno de los laboratorios que potencialmente estudiará estas muestras será el de la Universidad de Murcia, en aras, a grandes rasgos, de conocer la exposición ambiental a la que está expuesta la población estudiando en profundidad sustancias como el mercurio u otras procedentes de los plásticos.

La mecánica de este gran estudio estatal se realizará a su vez a partir de una encuesta epidemiológica -anónima- que preguntará a los remitentes cuestiones tan concretas como su lugar de residencia o hábitos alimentarios, así como los tejidos de la ropa que usan o la clase de deporte que suelen practicar, como fin de determinar a qué ambientes o sustancias están más expuestos.

Como toda investigación científica exhaustiva, los resultados preliminares tardarán, aproximadamente, dos años en conocerse, pero será a partir de este punto cuando las administraciones públicas -tanto el Estado como las comunidades autónomas- tendrán en su poder las suficientes pruebas y datos científicos para adoptar medidas prácticas.

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