Frialdad emocional, narcisismo político y una paranoia leve fueron algunos de los rasgos que definieron a Francisco Franco, según distintos expertos en psicología. La historiografía coincide en ciertos rasgos de personalidad que marcaron la conducta pública de Franco. Testimonios de quienes lo trataron, documentos oficiales y estudios de historiadores dibujan la figura de un líder rígido, frío y autoritario.

Entre los rasgos más destacados se encuentran: una afectividad escasa y fría, que le permitió firmar miles de penas de muerte sin turbación; un sentido de inferioridad y necesidad de compensación que alimentó su culto a la personalidad; y un autoritarismo obsesivo con el orden y la jerarquía, que rechazaba cualquier iniciativa fuera de su control.

Según el análisis del escritor, ensayista e historiador y uno de los más destacados psiquiatras de nuestro país, Enrique González Duro en Una biografía Psicológica de Franco, el dictador no era el salvador providencial que su propaganda proyectó, sino un hombre emocionalmente limitado y obsesionado con el control, capaz de tomar decisiones devastadoras sin mostrar remordimiento.

Para Julián Casanova franco fue uno de los militares “fastidiado”

Franco no fue una personalidad ni brillante ni carismática. Él no estaba destinado a gobernar, pero que sí tuvo lo que Millán Astray denominaba “baraka” y acabó ganando la Guerra Civil, sometiendo al país durante 40 años hasta morir en la cama. Según el experto en Franco y su régimen, el prestigioso historiador, Julián Casanova, Franco es un militar que va a África. Es relevante este hecho, porque esos militares no participan en la Primera Guerra Mundial. Cree Casanova que Franco pertenecía a todos esos militares que en el 45 estaban fastidiados. Tal vez, un trauma más que añadir a la biografía psicológica del dictador.

Paranoia política hacia masones, comunistas

El dictador también mostró paranoia política hacia masones, comunistas y enemigos internos, y una necesidad de autojustificación moral y religiosa que le permitió legitimar la guerra, la represión y la prolongación de su régimen. Su narcisismo político se reflejaba en la omnipresencia de su imagen y la eliminación de voces críticas, mientras que su rigidez cognitiva le impedía adaptarse a los cambios sociales y culturales.

Franco combinaba una mente limitada en lo emocional con una capacidad devastadora para ejercer poder. Su frialdad, impermeabilidad emocional y círculo de aduladores contribuyeron a que su dictadura no solo fuera política, sino también la proyección de sus obsesiones y carencias personales, moldeando la historia de España durante casi cuarenta años.

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