El dolor acumulado en las residencias se hace insorportable cuando se conocen las tragedias personales que hay detrás de las cifras a las que, después de escucharlas día tras día, pareciera que nos fuéramos acostumbrando. En un centro de mayores, una abuela dejó de comer porque su vida perdió sentido al no ver a su nieta, Otro anciano, víctima de la desesperación, se quitó la vida.

“Dejó de comer y murió. No tenía coronavirus. La dificultad visual y auditiva que padecía, propia de la edad, le impedía ver a su nieta, que venía todas las tardes, en el Ipad. No reconocía lo que veía en la tablet. Aguantó 12 días. Dejó de comer y murió. No le entraba nada. Nos costó. ¿Cómo contarle a una persona, casi ciega y muda que tenía que estar confinada?. A los tres días dejó de comer", lo explica a ElPlural.com el presidente del grupo Lares, Juan Vela.

Otro anciano se quitó la vida

“Hemos tenido intentos de suicidio. Un señor se cortó las venas”, sigue explicando Juan Vela. La rápida intervención de los trabajadores de la residencia impidieron un trágico final. No tuvo la misma suerte otro anciano que se estranguló.

Son las experiencias más fuertes vividas durante esta crisis sanitaria por Juan Vela, que preside el grupo Lares, formado por 17 asociaciones que gestionan 1.050 centros de personas mayores, dependientes, con discapacidad y en riesgo de exclusión social, en toda España.

El aislamiento es un doble castigo porque no pueden relacionarse de manera afectiva con las personas que quieren

"El aislamiento genera efectos colaterales"

 “Son las consecuencias de la soledad, de la desesperación. Estos hechos ocurrieron a finales de marzo, que fue un mes muy duro”, reconoce Vela, también de la fundación franciscana Cruz Blanca.

“El aislamiento genera efectos colaterales. En personas a las que lo único que les queda es la interacción social con los seres queridos, el aislamiento es un doble castigo porque no pueden relacionarse de manera afectiva con las personas que quieren. El aislamiento de personas mayores que no tienen Covid tiene que ser medido. El aislamiento en habitaciones me parece una medida sumamente fuerte porque queremos que tengan salud, pero no podemos generarle otras enfermedades. Tenemos que equilibrar”, reflexiona el presidente de Lares.

Permitir a los familiares despedirse

Vela pide a las autoridades que valoren a posibilidad de que las  personas mayores en la residencias, “con mascarillas y protección, puedan pasear por sus patios protegidos donde no haya nadie más o que puedan estar en las salas comunes guardando las distancias de seguridad, y salir de esas habitaciones en las que llevan 45 días sin poder salir. Es de justicia”.

“No se les puede seguir aplicando medidas con consecuencias tan serias. No todas las personas que mueren en las residencias es por el Covid. Entonces, ¿por qué negar que haya un duelo compartido con sus familiares, acompañándolos, como lo ve la Asociación Mundial de la Salud u organismos de Bioética? Se pueden generar espacios o protocolos, con todas las prevenciones, pero que puedan hacer la despedida en condiciones. Yo he visto el sufrimiento de los familiares, que es tremendo, ante la incomprensión”.