Hace más de un siglo, en un fatídico día de diciembre, la tierra tembló en una serie de sacudidas que dejaron una profunda marca en la historia de Andalucía. En concreto, hace 138 años tuvo lugar el terremoto más grave de la historia de Andalucía. Este martes, como cada 26 de diciembre, el Cristo de la Salud ha vuelto a salir en procesión por las calles del municipio de Albolote. Este terremoto asoló las comarcas de Alhama y Arenas del Rey en el día de Navidad, pero milagrosamente, el municipio por el que hoy echa andar el Cristo, salió totalmente indemne. Como este municipio se salvó del terremoto, la procesión se saca para para pedir su amparo y como acción de gracias por haber librado al municipio del seísmo. 

Esta procesión es una costumbre arraigada entre la gente del municipio granadino. Los costaleros que lo portan a hombros, son los de la Hermandad del Cristo de la Salud y de María Santísima de los Dolores. En torno a unos 40 costaleros, son los que llevan al Cristo y lo pasean por un largo recorrido que transcurre por las calles Real, Nueva de Jardines, plaza Padre Manjón, Burgos Canals y Granada, finalizando su recorrido en su Parroquia. 

Este municipio es el único que procesiona en las fechas navideñas a un Cristo cruzificado por sus calles. 

Una catástrofe que estremeció a Andalucía

Los primeros indicios del desastre se sintieron alrededor de las 10 de la mañana. En un abrir y cerrar de ojos, edificios emblemáticos, calles transitadas y hogares fueron sacudidos violentamente. Los habitantes, sorprendidos por la inesperada furia de la naturaleza en plena celebración navideña, se vieron envueltos en un caos desgarrador.

Sevilla, epicentro de este sismo devastador, fue una de las ciudades más afectadas. Sus monumentos históricos, como la Catedral y el Real Alcázar, sufrieron daños significativos. La ciudad se sumió en el pánico y la confusión mientras los residentes intentaban rescatar a sus seres queridos atrapados bajo los escombros y encontrar refugio seguro.

Sin embargo, Sevilla no fue la única en sufrir la ira telúrica. Otras localidades, como Cádiz, Huelva y Málaga, también padecieron la furia de este terremoto. Pueblos enteros quedaron reducidos a escombros, y se estima que miles de personas perdieron la vida, mientras que muchos otros resultaron heridos o quedaron sin hogar.

La solidaridad se convirtió en la luz en medio de la oscuridad. Personas de todas partes acudieron en ayuda de los afectados, brindando apoyo médico, alimentos y refugio a los sobrevivientes. La tragedia unió a una comunidad en duelo y desesperación, mostrando la resiliencia y el espíritu de supervivencia que caracteriza a la gente de Andalucía.

Los esfuerzos de reconstrucción se extendieron durante años. La ardua tarea de restaurar las ciudades y pueblos afectados implicó no solo la reconstrucción física de edificaciones, sino también la reconstrucción emocional y psicológica de una población marcada por la tragedia.

El terremoto de 1884 dejó una huella indeleble en la memoria colectiva de Andalucía. Las lecciones aprendidas de esta catástrofe han contribuido a mejorar las medidas de prevención y respuesta ante desastres naturales en la región. Los avances en la ingeniería sísmica y los sistemas de alerta temprana son testimonio del legado dejado por aquel fatídico día.

Aunque el tiempo ha pasado y las heridas se han ido cerrando, el recuerdo de aquel terremoto sigue vivo en las historias transmitidas de generación en generación. Andalucía, con su historia marcada por la adversidad y la fortaleza, ha demostrado que, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza y la solidaridad son pilares indestructibles que mantienen en pie a una comunidad.