Los cambios que acompañan a la menopausia no se limitan a la desaparición de la regla. Para muchas mujeres, esta etapa de transición hormonal supone también la llegada o el empeoramiento de síntomas físicos y emocionales que alteran profundamente su calidad de vida. Entre los más frecuentes y limitantes se encuentran las migrañas y los trastornos del sueño, dos problemas que no solo son comunes durante la menopausia, sino que además se retroalimentan.
En la consulta de neurología, no es raro encontrar mujeres que acuden desesperadas porque no logran descansar bien por las noches. A menudo describen un patrón de sueño fragmentado, marcado por despertares constantes, sudoraciones nocturnas y la sensación de no haber descansado aunque hayan estado en la cama ocho horas. Es frecuente que, tras esas noches alteradas, aparezca el temido dolor de cabeza, más fuerte que nunca y cada vez más difícil de calmar. Este binomio de insomnio y migraña, habitual en la menopausia, es un campo aún poco explorado, pero cuyo impacto es evidente.
La caída de estrógenos y su efecto en el cerebro
La clave de este proceso está en las hormonas. Durante la menopausia, los niveles de estrógenos y progestágenos —dos de las principales hormonas sexuales femeninas— descienden progresivamente hasta alcanzar valores muy bajos y estables. Esta bajada no ocurre de forma repentina, sino que atraviesa un proceso largo e irregular, conocido como transición menopáusica, que puede durar varios años.
La menopausia es una etapa de transición, donde los estrógenos y los progestágenos que han estado presentes durante toda la vida fértil de la mujer van declinando hasta alcanzar un ‘estado quiescente’ con niveles muy bajos pero estables durante el resto de la vida”, explica la doctora Andrea Gómez García, especialista de la Unidad de Cefaleas del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. “Las fluctuaciones que se producen hasta llegar a este estado producen, en un alto porcentaje de mujeres, un empeoramiento de la migraña durante los años que dura la transición para, posteriormente, hasta en dos de cada tres pacientes, mejorar significativamente, incluso llegando a desaparecer, señala la experta.
Cómo afecta la menopausia al sueño
Este desajuste hormonal tiene consecuencias en distintas funciones del organismo, y una de las más sensibles es el sueño. La alteración de los ritmos circadianos, junto a la disminución de melatonina endógena y la aparición de síntomas vasomotores como los sofocos, contribuyen a que muchas mujeres empiecen a dormir peor justo en la etapa en la que más necesitarían un descanso reparador. La fragmentación del sueño y el insomnio se convierten en problemas persistentes, que afectan al rendimiento cognitivo, al estado de ánimo y, en casos como el de las pacientes migrañosas, actúan como un verdadero detonante. Los problemas de sueño durante la menopausia son frecuentes y son uno de los factores que desencadenan crisis de migraña. Esta relación entre insomnio y cefalea no es nueva, pero durante la menopausia adquiere una especial relevancia.
“En esta etapa lo habitual es que empeore la frecuencia de episodios de migraña, que sean más intensos y que dejen de responder a medicación de rescate -señala la doctora Gómez García- incluso hay mujeres que experimentan su primera migraña en esta fase, hasta un 13% de los casos, lo que no es nada desdeñable”.
Ansiedad, fatiga y migraña: un círculo vicioso
La coexistencia de dolor crónico, insomnio, ansiedad y síntomas vasomotores puede generar un círculo vicioso difícil de romper. El cuerpo no descansa, el cerebro permanece en alerta, y los desencadenantes se acumulan uno tras otro. La migraña es una enfermedad muy sensible a los cambios hormonales, pero también al estrés, la ansiedad o la fatiga. Y todos esos factores suelen intensificarse durante esta etapa.
Este vínculo entre migraña y estado emocional no es exclusivo de la menopausia. Algunas investigaciones han demostrado cómo la interacción entre dolor físico y alteraciones del ánimo puede cronificar la sintomatología y afectar al tratamiento. En ese contexto, se vuelve fundamental abordar también el bienestar psicológico, el manejo del estrés y la identificación de trastornos asociados al ánimo.
¿Qué tratamientos existen para la migraña en la menopausia?
A pesar de la complejidad del cuadro, existen estrategias terapéuticas eficaces para mejorar la calidad de vida de las pacientes. “A priori, tanto los tratamientos de las crisis como los tratamientos preventivos empleados no difieren respecto a otras fases, ya que no hay estudios dirigidos para esta etapa, si bien se puede favorecer el uso de ciertos antidepresivos, como son el escitalopram o la venlafaxina, ya que pueden ayudar también con los síntomas vasomotores, por ejemplo los sofocos”, apunta la doctora del hospital madrileño.
Un recurso que puede considerarse en algunas mujeres es la terapia hormonal sustitutiva (THS), que busca compensar el descenso de estrógenos y progestágenos. Aunque está indicada principalmente para “tratar los síntomas propios de la menopausia y la osteoporosis”, también se ha investigado su efecto sobre la migraña, con resultados diversos, pero debe usarse con cautela “ya que no está exenta de riesgos”. “Su eficacia en la migraña es muy variable según los estudios, con resultados inconsistentes, algunos incluso relacionándola con un empeoramiento de la misma, sobre todo con dosis altas, aunque en general parece que puede ser beneficiosa. Si hemos de utilizarla, siempre a mínima dosis eficaz y favoreciendo aquellas formulaciones que producen una liberación más continuada como pueden ser los parches subcutáneos”, aclara la Dra. Gómez García.
La alimentación también influye
Factores como la alimentación pueden ser determinantes. Algunos alimentos, especialmente los ricos en tiramina, glutamato o edulcorantes, pueden actuar como desencadenantes de migraña en mujeres sensibles. Además, ciertos patrones alimentarios también interfieren en el descanso y los procesos inflamatorios. Cuidar lo que se come puede ayudar a controlar mejor tanto el dolor como el sueño.
Más allá de la medicación, el abordaje integral de la migraña en la menopausia debe incluir también hábitos saludables. Dormir en horarios regulares, reducir el uso de pantallas antes de acostarse, mantener una rutina relajante, hacer ejercicio de forma moderada y evitar el alcohol o la cafeína son medidas que contribuyen a reducir tanto la intensidad como la frecuencia de los episodios.
Estos consejos, además, pueden tener efectos positivos sobre otras funciones cognitivas afectadas por el sueño, como la memoria o la atención, como señalan los expertos en prevención de deterioro cognitivo en la madurez.
¿La migraña desaparece tras la menopausia?
No todas las mujeres con migraña sufren un empeoramiento en la menopausia. De hecho, la evolución a largo plazo puede ser positiva en muchos casos. “Hasta dos tercios de las pacientes mejoran de sus migrañas tras la menopausia, aunque sin poder determinar exactamente en qué punto en toda esta vorágine hormonal”, concluye la Dra. Andrea Gómez García. Sin embargo, no es posible predecir con exactitud quién mejorará y quién no. Por eso, es fundamental acompañar a las pacientes en este proceso, validar sus síntomas y ofrecer opciones adaptadas a su situación.