El Alzhéimer es posiblemente la enfermedad neurodegenerativa que más impacto tiene en nuestra conciencia colectiva. Algo que sucede porque afecta a millones de personas en el mundo de manera directa, y a muchos más de manera indirecta. La mayor esperanza de vida, y la relación del Alzhéimer con la edad, ha aumentado su presencia, lo que conlleva un temor hacia esta dolencia que también ha hecho crecer los mitos y leyendas respecto a ella. Uno de los más extendidos es la relación con la pérdida de memoria, lo que lleva a pensar muchas veces que cualquier signo de fallos en los recuerdos es Alzhéimer. Una creencia falsa y que, además, conlleva peligros.

Pese a su prevalencia, la ciencia no tiene todavía la certeza total de qué hay detrás del Alzhéimer; cuáles son sus causas. El proceso orgánico sí es conocido y se basa en la pérdida de neuronas, por un lado, y la disminución de la densidad de contactos entre las restantes, por el otro. Al tiempo que se da una acumulación de las proteínas amiloide y TAU.

También se tiene la certeza de que, a mayor edad, mayor riesgo de aparición de la enfermedad, así como que está más extendida entre el género femenino. Sus síntomas sí son claros y se van acumulando sobre las funciones del cerebro, provocando la pérdida de capacidades del paciente, llegando en el último momento a la pérdida de identidad.

El mito de la pérdida de memoria

La relación de la pérdida de memoria como precursor de la aparición del Alzhéimer se ha mitificado y exagerado. Si bien puede darse en algunos casos, existen otros muchos signos a los que prestar atención antes. Y el focalizar toda la atención en la pérdida de memoria puede llevar al riesgo de eclipsar los primeros síntomas reales de la enfermedad y, por tanto, obstaculizar su diagnóstico precoz.

Los primeros síntomas del Alzhéimer son tan diversos como lo son las funciones que nuestro cerebro lleva a cabo. Por ejemplo, cuesta planificar u organizar tareas sencillas o, incluso, llevar a cabo tareas que teníamos aprendidas de siempre. Además, cuesta comprender frases o elaborar y expresar ideas de manera correcta. También se hace difícil orientarse en el espacio, reconocer caras u objetos y cuál es su utilidad. O se muestran comportamientos inadecuados para ciertas situaciones sociales.

Además de todo esto, es habitual la aparición de dos síntomas en las fases tempranas del Alzhéimer. Por un lado, se dan problemas afectivos que se manifiestan con cambios de humor, con brotes de ansiedad o depresión que no pueden ser explicados por factores externos. Por otro lado, y es paradójico, el paciente demuestra una falta de conciencia de todos estos problemas o busca maneras de evitar ponerse en las situaciones en los que éstos se manifiestan.

No todo es Alzhéimer

Los propios especialistas advierten de la creencia de que los fallos de memoria son el aviso del Alzhéimer es un error. "Ni todos los problemas de memoria son demencias, ni todas las demencias son Alzhéimer", explica el doctor José Fernández-Ferro, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario General de Villalba, integrado en la red pública madrileña (Sermas)-.  "De hecho, estamos analizando actualmente qué proporción de casos que consultan por problemas de rendimiento cognitivo resultan finalmente en un diagnóstico de demencia, y la proporción parece ser realmente baja", explica el doctor.

Es cierto que la sociedad actual no ayuda a que relativicemos la importancia de la memoria cuando hablamos del Alzhéimer. “La exigente dinámica del mundo moderno en el que nuestra atención ha cobrado valor comercial, y donde existe un exceso de información difícil de manejar, ha exacerbado estos temores", señala Fernández-Ferro. “Que el problema de la memoria provenga del cerebro, no quiere decir que se deba a una enfermedad neurodegenerativa”, explica el especialista, que nos da tres ejemplos prácticos para distinguir estos problemas.

Cómo detectar vínculos con el Alzhéimer

El primero, se basa en atender a la edad y el entorno del paciente. Es más factible buscar el Alzhéimer en el caso de “una mujer de 72 años, jubilada, que ha tenido que irse a vivir con su hija” tras detectar que tiene problemas para organizar su propia casa y suele repetir las mismas preguntas por problemas para retener la información, que en el caso de “un varón de 55 años, autónomo, en pleno desarrollo laboral, que acude sólo a la consulta preocupado porque retiene peor las cosas y se expresa peor que hace un año”.

Otro caso suele darse en etapas medias de la vida, cuando detectamos problemas de memoria porque en realidad fallan dos de los factores fundamentales para ejercitarla correctamente: la atención y la concentración. Tras estos problemas, explica el doctor, “subyace un problema afectivo como la ansiedad, el estrés y/o la depresión”. Sin embargo, se manifiestan en el entorno social o doméstico, cuando estamos más relajados, mientras que ”en el trabajo se consigue un nivel de atención adecuado por la propia presión laboral”.

Por último, existen casos de pacientes que acuden a consulta por problemas de memoria cuando, en realidad, lo que sufren es un problema de procesamiento de la información. Les cuesta acceder a la información, pero su almacén de memoria está intacto. "Un paciente con enfermedad de Alzhéimer tiene muchas dificultades para recuperar una palabra o un recuerdo porque no se ha formado correctamente o se ha olvidado , por más intentos y pistas que le demos; mientras que, en estos casos, con mayor o menor dificultad para evocar o recuperar la información, pueden tener acceso a ella y termina saliendo si nos empeñamos", señala el doctor del hospital madrileño.

Pruebas diagnósticas

Más allá de estas pistas, existe un amplio abanico de pruebas para diagnosticar el Alzhéimer, divididos en estudios en positivo y estudios en negativo. Mientras que los primeros tratan de demostrar el proceso degenerativo, con el PET cerebral o la medición directa de proteínas relacionadas con el Alzhéimer, los estudios en negativo tratan de encontrar otras causas de problemas degenerativos, como son el TAC, la resonancia magnética cerebral o los análisis de sangre.

La importancia de la prevención

En cualquier caso, frente al impacto en la memoria colectiva que ahora tiene el Alzhéimer, lo cierto es que su incidencia ha caído en el mundo occidental en los últimos años. Y la razón está en la importancia de la vida saludable para la prevención de la enfermedad, que ha sido posible gracias a las políticas de salud pública desarrolladas en los últimos años.

Así, el control de la hipertensión y el colesterol o la lucha contra el tabaquismo y el consumo de alcohol tienen una repercusión directa en la prevalencia del Alzhéimer. "No podemos ignorar el papel fundamental que desempeñan los hábitos de vida en la prevención del Alzhéimer", señala el doctor Fernández-Ferro, como lo demuestran los últimos estudios científicos que apuntan al nivel educativo, la actividad cognitiva previa, el índice de masa corporal en edades avanzadas, la sordera, la depresión, niveles elevados de estrés, traumatismos craneales, diabetes mellitus y tensión arterial alta.

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