El pasado mes de noviembre era agredida Guadalupe Pajares, doctora del centro 24 horas de Guadarrama. El hecho coincidía con el entonces plan de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para reabrir las urgencias extrahospitalarias que trajo consigo las quejas sanitarias. Aquella misma jornada, fuentes sindicales que hablaron con ElPlural.com contaban a este periódico que tenían constancia de que la población había forzado las puertas de otro centro para comprobar que no había médico dentro.

Un 20% de la violencia es estructural

Coincidencia o no, y teniendo siempre en cuenta que la causa nunca es una sola -ni siquiera tiene por qué ser la principal- el 20% del total de agresiones a médicos registradas en 2022 obedecen al tipo estructural (2 de cada 10). La crispación política, el abandono que los profesionales de la Salud denuncian y demás aspectos en esta dirección están haciendo mella en los propios trabajadores. De hecho, dentro de este porcentaje, el 64,3% de las agresiones guardan relación con el tiempo de espera, casi el 25% con el mal funcionamiento del centro y el 11,7% con los protocolos Covid, según recoge el último informe presentado por el Consejo General de Médicos (CGCOM).

La Atención Primaria, la más afectada

El texto data en 231 más que el año pasado las agresiones a personal de centros de salud u hospitales, lo que alcanza un total de 843 casos registrados (un aumento del 38% respecto al texto anterior). La mayoría de estos hechos se producen en el entorno asistencial, siendo la Atención Primaria la más afectada (43%), seguida del personal de hospitales, que sube cinco puntos (27%), las urgencias de Atención Primaria (9%) y las extrahospitalarias (8%). “Pero se producen también en personal de enfermería, de administración… En definitiva, especialmente contra todos los que estamos en primera línea”, cuenta a ElPlural.com Alejandro Andreu, presidente de la Fundación Mutual Médica.

Las mujeres, receptoras del 60% de las agresiones

De igual manera, el mayor porcentaje de las agresiones son de carácter psíquico: “Las más habituales son de tipo verbal, casi un 50%, siendo las más comunes de las mismas los insultos por delante de las amenazas y las coacciones”. Esto deja a las agresiones físicas en un porcentaje bajo -relativamente- si se comparan ambas, aunque no por ello deja de ser preocupante. Así las cosas, los golpes y otros relacionados con estas últimas se situaron en el 16%, cifra que se sigue igualmente incrementando.

Las mujeres también son las más afectadas respecto de los ataques y humillaciones que reciben los médicos. De hecho, son receptoras del 60% de las agresiones. Asimismo, hay que subrayar que los datos aquí expuestos son oficiales, pero podrían obedecer solo a una parte de la realidad, ya que, como explica el doctor que ha prestado su voz a estas líneas y sucede en la mayoría de cuestiones relacionadas con la violencia, el miedo o el sentimiento de culpabilidad prima en muchas ocasiones sobre la integridad física y psicológica de la persona afectada.

Mucho trabajo por delante

“Estamos hablando de los casos notificados. Deberíamos concienciarnos -en ello trabajan los cursos de prevención que llevan a cabo junto a la Policía Nacional y el Colegio de Médicos- en poner una reclamación o denuncia frente a cualquier tipo de agresión. Sin embargo, no siempre se está haciendo, por ejemplo para no dejar la consulta y, por ende, a los compañeros con más carga asistencial”, lamenta. “Aunque también depende del tipo de centro y el personal que trabaje en él. Es decir, el trabajador de una clínica pequeña no tiene equipo de seguridad, tiene que desplazarse para poner una denuncia o dejar constancia… mientras que quien trabaja en un centro grande dispone de más facilidades en este sentido. Quizá el incremento de casos tenga que ver también en parte con que la gente está más concienciada, pero creemos que las agresiones son todavía más de los que aparecen en el informe. Nosotros siempre instamos a los médicos a denunciar o ponerlo en conocimiento estas escenas”, señala.

Por comunidades autónomas

En relación a esto último, Andreu explica que las comunidades donde más casos hay registrados son Cataluña, Madrid y Andalucía, algo que “cobra también sentido si se tiene en cuenta que son las que registran un núcleo de población más grande y que disponen de más centros de salud y hospitales”.

A pesar de todo, el 80% de las agresiones siguen siendo de tipo asistencial. Esto es, guardan relación con expectativas por parte del paciente sobre una baja laboral, la prescripción de un medicamento o unas pruebas determinadas. Dentro de éstas “más de la mitad son por discrepancias de tipo profesional”, aunque también las hay “de tipo personal”.

De ir con malestar a trabajar a perder la vida

Las consecuencias más inminentes, explica el doctor, son el “enfriamiento de la relación médico-paciente” y el “malestar del primero”. Aún así, insiste en poner en valor la valentía de los batas blanca.

“Nosotros también aportamos bajas laborales, y en su mayoría son si acaso de un día y medio. Es decir, después de ese tiempo vuelven a trabajar pese al malestar, para no cargar a los compañeros y por su entrega a la profesión”, aplaude a la vez que destaca otros efectos mucho peores que pueden tener estos episodios: “Ha habido casos graves por agresiones de tipo físicos desde médicos que han perdido la vida hasta otros que se quedan con una importante lesión”.

El ejercicio público reúne el 90% de las agresiones

Otro dato que tampoco pasa desapercibido es que la mayoría de las agresiones continúan produciéndose durante el desarrollo del ejercicio público (89%) frente al privado (11%). Asimismo, del total de las mismas, en torno al 95% se produce en horario y entorno laboral.

En cuanto a edades, el informe mencionado destaca que el mayor aumento por rango de edad ha tenido lugar entre los colegios con personal menor de 35 años, que ya representa el 25,4% de los agredidos o, lo que es lo mismo, una cuarta parte de éstos. En cuanto al perfil del agresor, los datos muestran que la mayoría de ellos son pacientes programados (48%), por delante de los no programados (28%) y los acompañantes, con un 22%.