Escapar para sobrevivir. En esta tesitura, se encuentran gran parte de las víctimas de violencia machista. Se ven obligadas a dejarlo todo atrás. A empezar una nueva vida, lejos de su agresor. Y esto, en muchas ocasiones significa cambiar de ciudad. Así lo vivió Regina de 47 años, uno de los últimos casos más mediáticos. Huyó de Andalucía, el pasado mes de marzo, donde había sido víctima de malos tratos por parte de su expareja, y se instaló en la ciudad de València. Allí encontró apoyo en la asociación Alanna, una entidad sin ánimo de lucró dedicada a ayudar a mujeres, víctimas de esta lacra, tanto en el ámbito psicoemocional hasta la inserción laboral. Porque el machismo arrasa todos los pilares de su vida. 

Pero, poco a poco Regina fue construyendo su nueva vida en la capital del Turia. Llevaba alrededor de un mes trabajando en servicios de limpieza y jardinería en la empresa 'Tú insertas', fundada por la propia asociación Alana. No obstante, el pasado 7 de agosto Regina desapareció. “En ese momento, nos asustamos mucho porque encontramos su bolso y su móvil en su lugar de trabajo. No sabíamos si le había pasado algo”, recuerda la vicepresidenta de la asociación, Virginia Sanchís. Pese a la incertidumbre que vivieron desde Alanna durante los días los casi cinco días que Regina estuvo en paradero desconocido, finalmente fue localizada en otra ciudad de España. 

Hubo un acontecimiento reciente que marcó a Regina y que, de alguna manera la puso de nuevo en alerta. A principios del mes de julio cuando se disponía a trabajar fue interceptada por un hombre el cual la tiró al suelo y le dijo: “Esto no es nada, a la próxima vez te pincho”. Y aunque nunca se pudo corroborar si eso fue un encargado de su exmarido, Sanchís explica que, para Regina sí fue un aviso de su agresor. Esto, sin duda, la motivó a volver a cambiar de ciudad. 

“El miedo es de por vida”

El daño emocional que sufren las víctimas de violencia machista les persigue de por vida aunque pongan kilómetros de por medio contra su agresor. “La situación de miedo es de por vida. Sigue existiendo el peligro aunque cambien de ciudad. El maltratador nunca se olvida de ellas aunque tenga otras parejas”, lamenta la vicepresidenta de Alanna. Asimismo, recuerda que, la víctima carga con todo pues, es ella la que tienen que dejar “su casa, su trabajo y su ciudad porque está localizada”, algo impensable “en cualquier otro delito”. Estas circunstancias, tal y como señala Sanchís, se agravan si tiene hijos puesto que los cambios también les afectan.

“Las víctimas están anuladas como personas. De repente tienen que renunciar a todo y empezar de cero. Cuando su maltratador se queda en casa. Es una suma de emociones malas para ellas porque en gran parte de las ocasiones no pueden estar en contacto con nadie”, critica. 

Trabajando en la asociación Sanchís ha podido comprobar que las víctimas de violencia machista tienen tres denominadores comunes: la culpa, la vergüenza y el miedo. Algo que se ha agudizado durante los meses de confinamiento por la pandemia de la Covid19. De hecho, Virginia afirma que han ayudado a cambiar de ciudad a más de 40 mujeres de toda la Comunitat Valenciana, que estaba conviviendo con sus agresores. “El confinamiento ha sido sangrante”, sentencia. 

“Rebrote de machismo entre los adolescentes”

Otro aspecto que preocupa a la vicepresidenta de esta asociación es “el rebrote de machismo” entre los adolescentes. “Tenemos muchas víctimas jóvenes de entre 15 y 16 años y el problema es que muchas de ellas no eran conscientes de que estaban sufriendo esta violencia”, sostiene Sanchís quien, recuerda que el origen de este rebrote está en el tema de la pornografía puesto que los jóvenes se educan en ella