Ayudar a los enfermos que están en el final de su vida a resolver sus temas pendientes de una forma única y personal. Ese es el principal objetivo de la Fundación 38 Grados, una entidad sin ánimo de lucro surgida de un encuentro entre cuatro mujeres y de la que forman parte más de una decena de voluntarios.

Hace cinco años, esta institución y el Hospital Universitario Infanta Elena, integrado en la red sanitaria pública madrileña, comenzaron a colaborar para ofrecer a los pacientes del Servicio de Cuidados Paliativos la posibilidad de cumplir un último deseo y ahora han dado un paso más en su colaboración a través de la firma de un acuerdo.

De este modo, los enfermos que se encuentran en el tramo final de su vida tienen la posibilidad de trasladar al equipo médico un deseo, llamado también “grado”. “No se trata de ninguna sorpresa”, explica Araceli Herrero, fundadora y presidenta de la fundación. “El paciente sabe que está en el final de su vida y expresa un anhelo profundo”, subraya.

Realizada la petición, el equipo médico la valora y estudia si es factible, y a continuación la fundación comienza a trabajar junto con el paciente en su realización.

Cambiar tristeza por ilusión

A partir de ese momento, el enfermo “empieza a estar menos preocupado por su situación y piensa en su deseo”, reconoce la Dra. María Herrera, jefa del Servicio de Cuidados Paliativos del hospital de Valdemoro.

“Las consultas médicas, que a veces son monótonas y tristes, ganan en optimismo”, asegura, porque, además de tratar los síntomas de los pacientes, “equipo médico participa de sus deseos”.

Esto crea un vínculo “muy bonito” y “los días que quedan se llenan de vida”, defiende, al tiempo que confiesa que el hecho de transformar el final de la vida en un momento de ilusión les ha cambiado la forma de trabajar. “Es muy enriquecedor ver cómo durante todo ese periodo ponemos una gotita de esperanza”, señala Herrero, que trabaja junto a sus compañeras María Martínez y Rocio Ramos.

Encuentros, experiencias e ídolos

Desde que el hospital Infanta Elena y la Fundación 38 grados comenzaron a colaborar, han conseguido cumplir una treintena de deseos.

Si bien los hay de todo tipo, por norma general , las peticiones suelen ser de carácter esencial, primario, y casi siempre obedecen a uno de estos tres grupos.

Encuentros: volver al país de origen, despedirse de un familiar, etc.

Experiencias: ir a la playa, a un desfile de moda, hacerse un tatuaje, un piercing, ...

Conocer a una persona relevante, que ha sido especial en la vida del paciente: cantantes, futbolistas, actores, ...

“Una vez, un hombre que no se hablaba con su hijo se tatuó el nombre del nieto que iba a tener a modo de reconciliación. Al final pudo verlo, y fue verdaderamente emocionante para todos, ya que pensaba que no le daría tiempo a conocerlo”, rememora la jefa del Servicio de Cuidados Paliativos.

Como éste, tienen en su haber, otros logros, como conseguir un vídeo de agradecimiento de Malú para un padre que, debido a su enfermedad, no pudo acompañar a su hija pequeña a un concierto. “Será un recuerdo que perdurará para siempre”, asegura esta especialista.

Deseos en tiempos de Covid

Pese a los tiempos complicados que atravesamos y a la pandemia que ha sacudido al mundo, ambas instituciones siguen haciendo todos los “grados” posibles, aunque algunos tienen que ser adaptados. Para ello, se toman las medidas de prevención y seguridad necesarias, como, por ejemplo, reservar una sala de cine entera para el paciente.

“Buscamos cualquier forma y cualquier alternativa, porque es muy importante para la persona y para sus más allegados intentar cumplir sus deseos”, recalca la Dra. Herrera.

Una ayuda para familiares y equipo médico

Y es que cumplir con estos anhelos no solo es relevante para el paciente, sino también para sus familiares, ya que les ayuda a la hora del duelo. “Haber participado en cumplir el deseo de la que persona que ha fallecido favorece mucho a la familia. Queda un recuerdo precioso, y no solo la imagen negativa de la enfermedad”, puntualiza esta especialista.

En este sentido, Herrero insiste en la importancia de que el deseo vaya más allá y no se quede en un solo día. “Tiene que perdurar gracias a vídeos, fotografías, etc”.

Pero hay más personas a las que reporta un beneficio esta iniciativa. Sobre todo el equipo del Servicio de Cuidados Paliativos-personal de enfermería, trabajadores sociales, psicólogos, médicos, ...- tiene un efecto terapéutico, ya que se implican y participan en todo el proceso hasta su realización.

Lo mismo le ocurre a las personas que trabajan en la Fundación 38 grados. “A veces surge una gran unión”, reconoce su presidenta, que cuenta que, incluso, en algunos casos “seguimos manteniendo relación con la familia del paciente”.