La recta final de 2023 y las primeras semanas de 2024 han estado marcadas por el abrupto crecimiento de los contagios de gripe. Tras más de un mes de escalada, la epidemia ha llegado a su pico y se prepara para descender, pero no sin dejar una complicada situación en los hospitales españoles como consecuencia directa del incremento de las infecciones.

En concreto, la media española de infecciones respiratorias por comunidad autónoma ha alcanzado su pico de incidencia con 966,2 casos por cada 100.000 habitantes, y ya ha descendido a los 935,1, una reducción del 3,2%, de acuerdo co ndatos publicados por el Instituto de Salud Carlos III.

La gripe es precisamente el virus que más cae, además de haber sido el más extendido en esta temporada. Tomando como referencia los centros de salud 'centinelas', que suponen una muestra representativa de los números generales, han detectado 387,4 casos por cada 100.000 habitantes, que supone una caída del 10%. El coronavirus ha crecido un 6%, hasta los 98,8 casos por 100.000. En general, las hospitalizaciones por todos los virus respiratorios han subido hasta los 33,5 ingresos por cada 100.000 habitantes, un 9,1%.

La Mancha, la autonomía más afectada

La distribución de casos y la incidencia es muy difusa en función del territorio al que se atiendan los datos. En concreto, Castilla-La Mancha es la comunidad autónoma con más incidencia de virus respiratorios, con 1.691,3 por cada 100.000. Aragón ocupa el segundo puesto con 1.338,3, y la Comunitat Valenciana, a pesar de que ya están en descenso, cierra el podio con 1.318,9. Madrid, Extremadura, País Vasco, Ceuta, Galicia, Andalucía y Baleares se encuentran por debajo de la media española, siendo esta última la comunidad con menor incidencia, con 272 por cada 100.000 habitantes.

Las tendencias de los contagios son cruciales para determinar el discurrir a la hora de aplicar ciertas medidas sanitarias. El Ministerio de Sanidad impuso la obligatoriedad de la mascarilla en los centros sanitarios en todas las comunidades autónomas este miércoles, y un descenso en la incidencia podría suponer la desescalada de la medida a una mera recomendación. Para que ello ocurriese, Sanidad indicó que tendrían que encadenarse dos semanas consecutivas de descensos en este indicador. 

Por su parte, el Gobierno de Euskadi ha anunciado que aunque acata la obligatoriedad de las mascarillas, recurrirá la orden del Ministerio de Sanidad, ya que "no hubo un acuerdo previo del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud" ni se "dio audiencia a las comunidades autónomas antes de tomar esta decisión", además de no existir "demostración de la eficiencia de esta medida".

Difícil situación en los centros de salud

El colapso vivido en los centros de salud durante las Navidades con motivo de la proliferación de las enfermedades respiratorias parece estar dando, por fin, un respiro. Los centros sanitarios ya no presentan una situación tan desesperada con motivo del descenso de casos, la reincorporación del personal que estaba de vacaciones y el hecho de que los pacientes ya no acuden con tanta frecuencia con síntomas leves. A todo ello, hay que sumar la normalización y uso consciente de las mascarillas entre la población.

"Hay más temor de venir a los centros y más consultas telefónicas con procesos respiratorios. Ha sido más efectiva la información de los medios que la institucional", señala Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Una información que reitera Jose Manuel Fandiño, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES): "Depende de las comunidades. Todas tienen datos medios de demanda de atención históricos, pero las hay como Navarra, con aproximadamente un 20% de incremento de demanda de hospitalización por gripe (se espera pico en unos 7 a 20 días). Y otras como Galicia, con una caída del 10%-15% con respecto a las semanas previas".

En este sentido, Fandiño añade que lo que se está sintiendo ahora en los hospitales es el "drenaje de los pacientes pendientes de ingreso", un fenómeno calificado así por los sanitarios en el que se van derivando a planta los que esperan en Urgencias. Una situación que, de no resolverse, deshabilita la completa operación de los circuitos de urgencia, y deriva en que los pacientes no disfruten de unas "condiciones adecuadas de dignidad y privacidad". "No es que los servicios de Urgencias estén saturados, es que lo que está saturado es el hospital en sí", señala Fandiño.