El deporte español se viste de luto para despedir a una de sus máximas leyendas. Federico Martín Bahamontes, mito del ciclismo español, ha fallecido este martes a los 95 años de edad. Considerado uno de los más grandes escaladores de todos los tiempos, El Águila de Toledo ha sido uno de los siete ciclistas españoles que ha conseguido alzarse con el deseado maillot amarillo en el Tour de Francia, siendo el primero en lograr la victoria en la ronda gala. Lo hizo en 1959, tras besar el podio en 1956, abandonar al año siguiente y conseguir un octavo en la general de 1958. Además, logró en seis ocasiones el Gran Premio de la Montaña. En 1957 rozó la victoria en La Vuelta a España. El ciclismo español llora este martes la muerte de su pionero.

El alcalde de Toledo, Carlos Velázquez, ha sido el encargado de informar del fallecimiento. Lo ha hecho a través de su perfil oficial de Twitter, con un “profundo pesar”. “Lloramos la pérdida de Federico Martín Bahamontes, el Águila de Toledo, un referente del deporte que ha llevado el nombre de nuestra ciudad a lo más alto. El primer español en ganar el Tour de Francia forma parte de la historia del deporte de nuestro país, con más de 74 victorias a sus espaldas”, escribía el regidor su ciudad, de donde también es Hijo Adoptivo. “Admirado y querido, Fede nos ha emocionado con sus extraordinarias escaladas”, recordaba Velázquez, quien al mismo tiempo hacía alusión a la emblemática Plaza de la Magdalena, donde se ubicaba la tienda de Bicicletas de la leyenda del ciclismo, “un lugar de peregrinación” para todos los aficionados al mundo de los pedales. Antes de transmitir su apoyo y pésame a sus seres queridos, anunciaba el decreto de dos días de Luto Oficial como seña de “dolor y reconocimiento de todos los toledanos”.

El pionero

Bahamontes fue el primero. El que más difícil lo tuvo en un mundo donde no era habitual la presencia de españoles en la cima, pero él se hizo hueco. Nacido en el pequeño pueblo toledano de Santo Domingo Caudilla hace 95 años, estuvo en activo entre los años 1954 y 1965. Más de una década pedaleando que se saldó con la primera gran hazaña española sobre dos ruedas, el primer Tour de Francia en 1959. Fue él quien abrió camino a los Luis Ocaña, Miguel Indurain, Perico Delgado, Óscar Pereiro, Alberto Contador y Carlos Sastre; todos ellos vencedores de la ronda gala en una ocasión como mínimo.

Bahamontes compaginaba sus labores en un taller de bicicletas de su ídolo local, Moisés Alonso, con el estraperlo para ensanchar los ingresos familiares. Para todo ello siempre utilizaba su bicicleta para recorrer las complejas calles toledanas. Un adelanto de lo que vendría después, cuando comenzó su carrera como ciclista. Fue a los 19 años y por casualidad, dedicándose como puro aficionado, pero obteniendo un triunfo con una bicicleta de paseo de menos de un euro (30 duros de la época). Un primer peldaño en la escalada hacia la cima y es precisamente esa faceta la que más desarrolló, coronándose en un futuro cercano como uno de los grandes escaladores de todos los tiempos.

Tras su victoria en el Trofeo Luis Guijarro y en la Vuelta a Ávila, Bahamontes redobló sus éxitos hasta vencer en una carrera Madrid-Toledo en 1952, estando fuera de concurso y con problemas en su licencia de ciclista independiente. Pese a ello, volvió a ganar en la Vuelta a Albacete y en la sucesiva Vuelta a Málaga. Éxitos que le condujeron a la Volta a Cataluña antes de dar la pedalada final hacia el profesionalismo en 1954. Precisamente, el toledano se quedó en Barcelona, donde fichó por el equipo de Santiago Mostajo, con quienes subió por primera vez en su carrera al podio en la subida al Mont Agel, en el Principado de Mónaco.

Bajo el paraguas del seleccionador nacional, Julián Berrendero, obtuvo sus primeros triunfos en las montañas francesas en su debut en el Tour de Francia, en 1954, coronándose como el rey de las escaladas, repitiendo este éxito en cinco ocasiones más. Un año más tarde debutó en la Vuelta a España, pero una enfermedad le impidió competir en la ronda gala, lo que le sirvió como revancha y se consolidó como el gran escalador al cosechar un cuarto puesto en la clasificación general individual. En el 57, rozó la victoria en tierras francesas.

Ya bajo el apodo de El Águila de Toledo, cuyo germen está en las páginas del prestigioso diario deportivo L’Equipe, se retiró en la novena etapa del Tour, aunque no sería hasta el año 1959 cuando obtendría su mayor triunfo deportivo. De la mano de Fausto Coppi, que le convenció para fichar por Tricofilina, Bahamontes se alzó con la máxima condecoración en la ronda francesa, sin la vitola de favorito, pero cosechó la primera victoria del ciclismo español en la más grande de la Triple Corona tras una escapada en los Pirineos y una cronoescalada en Puy de Dome. Con todo, tras la victoria, se fracturó el fémur en la Vuelta a Levante y se retiró tras solo dos etapas de la Vuelta a España en señal de protesta por la exclusión de Julio San Emeterio, gregario de confianza.

Bahamontes finalizó sus años como ciclista profesional con dos podios en el Tour, cosechando su sexto y último título de la montaña, con dos etapas en su haber, en 1964. La última de sus victorias antes de dejar de pedalear llegó el 12 de octubre de 1965, en la Escalada a Montjuic. Desde entonces, solo volvió a subirse a una bicicleta para homenajear al segundo español en obtener la victoria en el Tour de Francia (1973), Luis Ocaña. Optó por gestionar su tienda de bicicletas de Toledo, promoviendo y organizando la Vuelta a Toledo, de donde es Hijo Adoptivo y donde cuenta con una estatua en el paseo del Miradero, al final de la Cuesta de las Armas de la ciudad, en su postura más característica de escalador.