Cualquiera que haya pasado por la paternidad es consciente de la fijación que se adquiere con lo que encontramos en el pañal de nuestros hijos. Una fuente de preocupaciones que dura toda la infancia y que encuentra su principal motivo en el estreñimiento infantil. Una situación que en el 95% de los casos, según señalan los expertos, tiene un origen funcional -hábitos, alimentación o malas experiencias previas- frente a una minoría que tiene causas orgánicas o físicas.

El estreñimiento infantil se define como la emisión poco frecuente de deposiciones o la defecación dificultosa o dolorosa. Se trata de una situación que tiene una prevalencia variable, aunque se estima que afecta al 12% de la población, con algunos estudios que lo llegan a cifrar en el 29%,

En niños mayores, se considera normal realizar al menos tres deposiciones semanales sin dolor ni esfuerzo. Sin embargo, en niños pequeños, como los menores de un año, es común que vayan al baño con menos frecuencia sin que esto sea necesariamente un problema. Incluso puede ser entendible que acudan al baño una vez cada cinco o siete días, siempre y cuando no estén incómodos y las deposiciones sean normales.

Hay varios síntomas a los que se debe prestar atención para evaluar la gravedad del estreñimiento y buscar atención médica cuando persistan, como son la frecuencia y el dolor durante la defecación, la emisión de deposiciones excesivamente grandes o pequeñas o muy secas, el dolor abdominal y la distensión o el sangrado rectal, que podría indicar problemas anorrectales.

“Lo más obvio es prestar atención a la frecuencia de defecación o al dolor durante la misma, pero hay otros datos más sutiles como determinadas posturas o actitudes: el niño se cruza de piernas, se agacha o se esconde, por ejemplo; esto se conoce como hábito o conducta retentiva y refleja un intento de retener las deposiciones y evitar la defecación, generalmente porque lo asocian a experiencias dolorosas previas”, nos explica Miguel Ángel Carro, gastroenterólogo pediátrico  del Hospital Universitario General de Villalba, integrado en la red pública de salud madrileña (SERMAS).

Estreñimiento funcional u orgánico

El 95% de los casos de estreñimiento infantil se clasifican como funcionales, lo que significa que no hay una causa orgánica subyacente. Las causas funcionales pueden incluir cambios en los hábitos, rutinas, alimentación o experiencias dolorosas durante la defecación “que pueden provocar retención y endurecimiento fecal, ocasionando un círculo vicioso de retención fecal-dolor con la defecación-hábito retentivo que prolonga el cuadro, llevando de forma progresiva a un enlentecimiento del ritmo intestinal”, nos explica el doctor Carro.

Las causas orgánicas, que representan el 5% restante, pueden involucrar anomalías anatómicas, neurológicas, endocrinometabólicas o incluso ciertos medicamentos. “Las alergias alimentarias como ciertas alergias a la proteína de leche de vaca también pueden asociarse a estreñimiento, especialmente en niños pequeños”, apunta el experto.

El papel de la dieta

La dieta y la hidratación desempeñan un papel fundamental en la prevención y el tratamiento del estreñimiento infantil. “Es recomendable una ingesta de fibra de unos 0,5 gramos por cada kilo de peso al día”, explica el doctor, que recomienda conseguirlo a través de “alimentos ricos en fibra como legumbres, verduras o frutas, que ayudan a conseguir cubrir las necesidades diarias”.

La hidratación adecuada es igualmente esencial. Sin embargo, es importante equilibrar la ingesta de fibra y agua, ya que un exceso de fibra sin suficiente agua puede empeorar el estreñimiento. En casos de impactación fecal, donde se forman grandes masas fecales en el recto, se recomienda restringir la ingesta de fibra, aumentar la de agua y utilizar laxantes bajo supervisión médica.

“Tradicionalmente se ha recomendado tomar grandes cantidades de lácteos porque pueden exceder el tránsito intestinal, si bien la evidencia científica a este respecto no es muy robusta”, aclara el experto del hospital villalbino. “La exclusión de proteína de leche de vaca puede valorarse como prueba terapéutica en ciertos casos seleccionados de lactantes menores de 2 años”, añade.

Y, por supuesto, la alimentación debe complementarse con la actividad física, que es crucial para mantener un ritmo intestinal saludable en los niños. El sedentarismo y los hábitos de alimentación poco saludables pueden ralentizar el tránsito intestinal y contribuir al estreñimiento.

Influencia del estrés y la ansiedad

Una variable a tener en cuenta es el estrés y la ansiedad, que pueden influir en el estreñimiento infantil. Las situaciones estresantes pueden desencadenar el estreñimiento o la incontinencia en algunos casos. Al mismo tiempo, el estreñimiento y la incontinencia pueden afectar a la calidad de vida emocional del niño, su autoestima y su percepción de sí mismo, "de modo que en cualquier paciente con estreñimiento de difícil control hay que hacer una evaluación de la situación emocional”, explica el doctor Carro.

Otro elemento con un alto impacto en la salud digestiva de los niños es el uso abusivo de dispositivos electrónicos y el estilo de vida moderno, que conlleva más sedentarismo, como alertábamos con anterioridad.

“Por otro lado, es frecuente que los niños se sienten en el WC con la tablet o el teléfono, por lo que no se concentran en la defecación. De forma también llamativa en muchas ocasiones los niños están jugando no solo a videojuegos o viendo la tablet, sino distraídos con otras actividades ‘más divertidas que ir al baño’ con lo cual, a pesar de notar las ganas de ir al baño, las ignoran para seguir jugando, reteniendo las deposiciones y favoreciendo el estreñimiento o los escapes”, subraya el experto del Hospital Universitario General de Villalba.

El uso de laxantes en niños debe ser supervisado por un profesional de la salud. “Generalmente se suelen utilizar los llamados laxantes osmóticos, que simplemente atraen agua al intestino, con lo cual ablandan las deposiciones, disminuyendo así el esfuerzo y dolor con la defecación, aunque existen más opciones. Todos los laxantes deben ser utilizados bajo prescripción y seguimiento médico y es importante seguir la pauta de forma continuada, ya que en muchos casos el tratamiento se prolongará al menos tres meses”, señala el gastroenterólogo pediátrico.

Consejos para afrontar el estreñimiento infantil

En general, los mejores consejos para afrontar el estreñimiento infantil pasan por explicar a los padres que el estreñimiento tiene en la casi totalidad de los casos unas soluciones basadas en la prevención y el estilo de vida.  “Es importante que sienten a los niños con problemas de forma reglada en el baño, preferiblemente tras alguna comida, no más de 5-10 minutos, para aprovechar el movimiento intestinal asociado a la defecación y en una postura adecuada, que no se cuelen por la tapa ni les cuelguen los pies, mejor con las rodillas ligeramente por encima de la cadera”, explica el doctor Carro.

Además, existen conductas a tener en cuenta. Por una parte, “no machacarlos excesivamente” y no recordarles el tema de forma continua, ya que no mejora el proceso. Y, además, en niños pequeños se puede utilizar un calendario de premios y felicitarles, sobre todo en casos de hábito retentivo o traumas asociados.

“Por último, también les diría que desechen el concepto de que el intestino se hace vago por los laxantes”, nos subraya el experto. Esto no es así; lo que sí ocurre es que el intestino altera su motilidad cuando no evacua de forma frecuente, es decir, se hace vago si no trabaja. Como casi todo el organismo, el intestino se puede entrenar.