En el año 1981 se detectó el primer caso de VIH en Estados Unidos y, poco después, se convirtió en una pandemia a nivel mundial, una enfermedad de la que los medios de comunicación se referían como el "cáncer gay". Esta fecha marcó un antes y un después en la vida de millones de personas que, 40 años más tarde, pueden empezar a atisbar la luz al final del túnel. A pesar de que el VIH rememora a una época en blanco y negro, la realidad es que sigue presente hoy en día. Alrededor de 40 millones de personas han fallecido por esta enfermedad y 60.000 de estas defunciones se han contabilizado en España.

Irene, David, Noah y César conviven con el virus “agazapado” en su organismo gracias a los antirretrovirales y los tratamientos a disposición de las personas seropositivas. Aunque la medicación y el seguimiento ya se ha convertido en una rutina más de sus vidas, esta evita el desarrollo del virus y que se produzcan sus fatales consecuencias. 

Desde ElPlural.com hemos querido charlar con ellos para saber cómo se encuentran, cuáles son sus historias y, lo más importante: ¿siguen existiendo a día de hoy los estigmas sociales tan perjudiciales hacia las personas con VIH?

"Sigue siendo un tema tabú"

“Me infecté hace dos años en Berlín durante la pandemia. Empecé a salir con una chica que no sabía que era seropositiva”, recuerda Irene, joven de 24 años que recibió un tratamiento en Alemania que no le resultó compatible con su medicación para el trastorno bipolar, por lo que tuvo que iniciar un tratamiento, ya correcto, en su regreso a España. Actualmente, se muestra feliz y “más sana de lo que estaba antes de contraer el VIH”.

Las personas diagnosticadas con el virus deben realizar un seguimiento médico, psicológico y social dos o tres veces al año para ir evaluando su estado de salud físico y mental. Por ello, David, actor de 41 años diagnosticado hace 12 años atrás, explica que aunque cada uno escoge sus vías de tratamiento, unirse a una asociación como Imagina Más es mejor que acudir a la seguridad social por las largas listas de espera. 

En relación con la estigmatización social hacia el virus y, especialmente, hacia las personas que lo padecen, los entrevistados coinciden en que todavía hay muchas personas que siguen arriesgándose a la idea que se propagó en la década de los 80. Algo que ya no concuerda con la realidad. “El VIH sigue siendo la enfermedad actual más estigmatizada de la historia junto con la salud mental. Son enfermedades de las que no se habla, no se tocan, no existimos. Quien sufre de salud mental es un loco y quienes sufrimos VIH somos sidosos”, argumenta David. 

A nivel laboral, la estigmatización y la exclusión es aún más evidente: “He sufrido rechazo por parte de mis excompañeros de remo. Yo era deportista de alto rendimiento, y fue bastante duro. Se lo conté a las personas que yo creí que deberían haberlo sabido en aquel momento y me la jugaron. Sigue siendo un tema tabú”, explica César, joven de 24 años diagnosticado en 2017.

Cabe destacar que, con la consiguiente evolución de pensamiento de la sociedad a lo largo de estos últimos 40 años, la percepción del tema ha ido también cambiando pero, ¿existe sesgo de generación en generación? “No creo que sea tanto por la edad, sino por la persona y la forma de ser”, asegura Noah, el artista y pastelero de 24 años que fue diagnosticado con VIH tres años atrás. Además, respecto a esta cuestión, puntualiza que “quizás” la gente de mayor edad “tiene todavía la visión de los años 80”. 

Por otra parte, las redes sociales son una plataforma que ayuda a visibilizar múltiples problemas sociales y arrancar debates que abren nuevas puertas de tolerancia, aunque a veces también sean una vertiente repleta de insultos y prejuicios. “Salir del armario” teniendo VIH resulta aún más duro, según explica David, quien dio el paso recientemente a través de Instagram. De la misma manera, destaca la importancia de visibilizar la causa para ayudar a más gente: “Faltan personas como yo hablando en primera persona, mostrando la realidad de personas que vivimos con VIH”, añade. 

La carrera por lograr sacar adelante la vacuna contra el VIH está cada vez más cerca de llegar a la meta. El proyecto Mosaico, del que Irene está tomando parte en los ensayos clínicos, espera publicar sus resultados a finales de 2023 y, si se aprueba, empezar a comercializarla.