Con el arranque del curso escolar y político, y el fin de las vacaciones de verano, la rutina ya ha vuelto de lleno a múltiples hogares. Sin embargo, son muchos los que todavía optan por apurar el mes de septiembre y sus horas de luz, cada día más cortas, para hacer planes al aire libre y exprimir lo que queda de verano.

Todo ello llegará a su fin el próximo mes de octubre con el ya habitual cambio de hora. A pesar de las discrepancias y recurrentes debates sobre si debería eliminarse este cambio y fijar uno de los dos -el de verano o el de invierno- este año todavía habrá que cambiarle las agujas al reloj. Ahora bien, ¿cuándo se producirá?

Mientras que el pasado mes de marzo empezó el horario de verano, el último domingo de octubre, ósease, el día 26, se procederá al cambio. El reloj se atrasará una hora y ese día tendrá una duración de 25 horas, en vez de las habituales 24. Con todo ello, en la madrugada del sábado 25 de octubre al domingo 26, a las 3:00 horas en la Península los relojes se atrasarán a las 2:00 horas. Por su parte, en las Islas Canarias, a las 02:00 horas serán las 01:00 horas. 

Un debate largo y tendido

El cambio de hora, implementado en muchos países con el objetivo de aprovechar mejor la luz solar y ahorrar energía, ha sido motivo de debate desde sus inicios. Esta medida consiste en adelantar o atrasar los relojes una hora en primavera y otoño, respectivamente. Aunque en sus primeros años se justificaba por la necesidad de reducir el consumo eléctrico, especialmente en iluminación, diversos estudios recientes cuestionan su efectividad actual. Con la evolución de los hábitos de consumo energético y el uso masivo de dispositivos electrónicos, el impacto del cambio horario sobre el ahorro energético se ha vuelto mínimo o incluso nulo, según organismos como la Comisión Europea.

Además de su dudosa eficacia, el cambio de hora ha generado preocupaciones por sus efectos en la salud. Así, expertos en la materia señalan que alterar el reloj biológico puede provocar trastornos del sueño, fatiga, falta de concentración e incluso problemas cardiovasculares. Por ello, en los últimos años ha crecido el debate público y político sobre su permanencia. En 2018, la Unión Europea propuso eliminar el cambio de hora y permitir que cada país eligiera su horario definitivo, aunque la decisión final se ha postergado. Mientras tanto, muchos ciudadanos y especialistas siguen pidiendo una revisión seria de esta práctica, considerando tanto sus beneficios como sus perjuicios.

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