El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), agencia estatal dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, ha abierto una investigación por presuntos casos de acoso sexual perpetrados en Doñana y Marismas del Odiel, territorios situados en la provincia de Huelva. Varias científicas, estudiantes y becarias han denunciado en las últimas semanas estos hechos que señalan a un mismo acusado, un investigador contratado por el organismo adscrito al departamento encabezado por Diana Morant.

Por el momento, cuatro mujeres han aportado con sus testimonios datos y detalles de los hechos que el Ministerio de Ciencia se encuentra analizando en coordinación con el Comité de Igualdad de la Estación Biológica de Doñana (EBD). “Se trata de una información interna y confidencial por respeto a las posibles víctimas y a los posibles implicados”, ha sostenido Eloy Revilla, director de la EBD, a las preguntas de El Confidencial.

Por lo tanto, el expediente abierto por el departamento encargado de las cuestiones relacionadas con la ciencia en la Administración General del Estado se mantiene en absoluta reserva mientras se prepara un dictamen documentado. Las redes sociales han sido testigo de las declaraciones de varias mujeres, quienes han sentido este lugar de Internet como un espacio seguro para contar sus experiencias de acoso sexual con el científico acusado que supuestamente se vendrían produciendo desde hace varias décadas.

Testimonios de las víctimas

Muchos de los mensajes que se han podido leer en Twitter contienen situaciones en contextos idénticos, como el lugar, la actividad o el proceder del supuesto delincuente. “Mientras estudiaba Biología en Sevilla, fui a anillar un día a Doñana y fue uno de los peores de mi vida. Se encaprichó conmigo y estuvo haciéndome fotos y vídeos todo el tiempo en bikini. Me llevó sola en el coche con él. Y lo peor: todo el mundo viéndolo, pero nadie hacía nada”, ha hecho pública una mujer para contar su vivencia.

“¡Horrible, horrible! No se puede permitir que siga saliendo al campo con chavalas, que sea bienvenido en el Parque de Doñana y que todos sigan permitiéndolo. Lo siento, esto tendría que haber salido a la luz mucho antes y así no haber sufrido tantas mujeres por su culpa”, ha condenado otra usuaria de la red social ante esta experiencia, mientras que otra también ha detallado su vivencia con el acusado: “A niñas de primero de carrera, de 17 y 18 años, les ha hecho llorar metiéndoles caramelos en el escote y grabándolas sin su consentimiento. Parece mentira que siga teniendo un séquito de lameculos que no le denuncien”.

“Aún recuerdo a una amiga ir a sujetar al zampullín para la foto y decirle él: 'Tú no, tu amiga rubia mejor'. La amiga rubia estaba en bikini. Y años así. Y gente del entorno ‘jajaja’ con la mitificación”, ha sido uno de los testimonios aportados por otra mujer. Estos hechos denunciados, según las afectadas y el entorno de la institución científica, han sido un secreto a voces durante muchos años.

La directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia del correspondiente ministerio, Zulema Altamirano, ha declarado que lo prioritario “es garantizar la privacidad y la protección de estas personas mientras se esclarecen los hechos, que se sientan seguras, evitar que les afecte en el plano emocional y que se produzcan situaciones similares a las que se describen, además de la agilidad del proceso para aclarar qué ha podido suceder”.

Desde que se conocieron los primeros testimonios, el ministerio con competencias en materia científica ha puesto a disposición de estas mujeres “para acompañarlas en todo momento y, en el caso de que lo decidan, como asesoría confidencial” y fuentes del mismo han asegurado que tienen comprensión por las circunstancias personales de las víctimas: “Hay que respetar los tiempos de ellas, tanto si deciden denunciar como si no lo hacen, y minimizar el impacto del ruido a su alrededor”.