Nada menos que Doctor en Medicina y Cirugía, Doctor en Lengua Española y Literatura y profesor de farmacología en la Universidad Camilo José Cela de Madrid. Todo eso es Francisco López Muñoz, y ahora también que le ha valido el Premio Nacional de Humanidades en España, galardón que ha obtenido gracias a la investigación que ha realizado sobre la obra de Miguel de Cervantes y los psicotrópicos, en su trabajo Las sustancias psicotrópicas en los textos cervantinos: tras el rastro del Dioscórides de Andrés Laguna. El profesor argumenta que el autor de El Quijote, hijo y nieto de médicos, consultó y se documentó, para sus escritos, con el Dioscórides, un tratado clásico de farmacología bautizado con el nombre de un médico griego que trabajó al servicio del ejército del imperio romano. Seguramente, el escritor alcalaíno fue de los primeros de la Historia de la Literatura Española en familiarizarse con sustancias de esta naturaleza para sus narraciones. El estudioso se basa en parte en un estudio sobre su biblioteca personal realizado por el estadounidense Daniel Eisenberg, que asegura que el Dioscórides formaba parte de su biblioteca particular.

Don Quijote está limpio

Y para el investigador, las sustancias psicotrópicas y sus consecuencias estarían en el argumento de algunas de sus Novelas Ejemplares, como El Celoso Extremeño, que se refiere a los efectos narcóticos del opio; o El Licenciado Vidriera, donde se reseñan los efectos psicodislépticos de los filtros de amor; o en El Coloquio de los Perros, donde se insinúan los efectos alucinógenos en los ungüentos de brujas. Sin embargo, en el texto de Don Quijote los psicotrópicos no han dejado huella, aunque sí una referencia al Dioscórides cuando el hidalgo vuelve a su pueblo con un ataque de cólera.