Los lectores siempre esperamos sorpresas de la literatura checa. Los mundos que narra y las formas de sus planteamientos marcan una diferencia importante en medio del argumento reiterativo que repleta las mesas de novedades. En Madrid se encuentra David Zábranský (Praga, 1977), uno de los escritores checos más populares de la actualidad. Premios como el Magnesia Litera (2007) y nominaciones a los premios Josef Škvorecký y al Libro Checo del Año, avalan los reconocimientos de este autor. La crítica equipara su literatura con la del también checo Milan Kundera, la del francés Michel Houellebecq y la del austriaco Thomas Bernhard, tres creadores imprescindibles. Sin embargo, Zábranský no había sido publicado en español hasta ahora cuando el sello madrileño Huso Editorial nos presenta su novela El intento de amar de Štern. Y gracias a esta historia los lectores de habla hispana tenemos la posibilidad de descubrir una nueva sorpresa de la literatura checa. David Zábranský ha escrito una novela sobre “la imposibilidad de amar de un sujeto exitoso”; un argumento surgido desde la dureza necesaria para hablar de sí mismo que, como dice el autor, “es la forma cercana de hablar de los otros”. El mundo interior de Štern, hecho a pulso entre la pornografía y el arte, dialoga con el mundo exterior de los lectores.

El hecho de que nos llegue poca literatura checa, ¿tiene que ver con un mercado que vende un concepto limitado de literatura o con otros factores?

En realidad somos pocos traducidos, nuestro mercado es pequeño y eso dificulta el interés de los grandes centros de la edición. También hay un problema con los subsidios europeos. Sin ser un defensor del libre mercado, considero que el sistema editorial anglosajón beneficia más al libro. Toda la calidad tiene posibilidades de publicarse y llegar a los lectores, sin limitaciones de estilo o de argumentos. El sistema de subsidios genera círculos que no me interesan, por ejemplo, condiciona la imaginación del escritor con las decisiones de juntas políticas. La relación entre poder y literatura, burocracia y escritor, nunca es positiva, siempre trae consecuencias nefastas para la literatura y los lectores. Europa debe buscar mecanismos para que la alta literatura, que es como me gusta llamarla, tenga libertad y fuerza en el espacio público.

Bertrand Štern es una persona incapacitada para amar. ¿Este personaje es una metáfora del individuo actual?

Bertrand Štern es una metáfora de David Zábranský (risas), de una etapa de mi vida que necesitaba contar. Era una forma también de contar mi visión del mundo, mi descripción de los otros.

El personaje describe el mundo exterior con dureza, como si su vacío interior lo viera reflejado en los otros. La pornografía, como una forma de sexo duro y necesario para el personaje, ¿es la vía descarnada de comunicación que tiene Štern?

Sí, la pornografía fue parte importante de esa etapa de mi vida, fue un momento en que consumí mucha pornografía y de ahí la importancia que toma en la vida del personaje. Štern es un profesional exitoso que tiene serios problemas a la hora de relacionarse con las otras personas, principalmente con las mujeres. Su visión del mundo es dura porque se parece a la visión que él tiene de sí mismo. En la novela el personaje va viviendo a pulso con su perspectiva del mundo. Es una batalla muy dura y necesaria para Štern.

La crítica ha encontrado en su obra similitudes con los estilos de tres grandes escritores, particularmente me recordó la batalla cuerpo a cuerpo que Thomas Bernhard sostenía a través de la palabra. ¿Es la literatura de Bernhard una de sus referencias?

Sí, claro (risas de complicidad). Considero a Bernhard uno de los tres escritores más importantes, vitales.

¿Cree en la dureza del verbo como forma de expresión literaria?

La dureza es todo en literatura, es la forma directa para llegar a la existencia humana. La literatura ligera no me interesa. Me gusta hablar de alta literatura y de otras literaturas anecdóticas. También es importante aclarar que la dureza no está ajena al humor. El humor es parte natural de esa dureza que el arte trabaja con belleza.

Cierta crítica, incluso algunos autores, cuestiona la llamada “literatura del yo”. Se pretende marcar diferencias asegurando que “los escritores del yo” viven perdidos en su ombligo y de espaldas a la sociedad. ¿Existe una literatura que no parta del yo o toda literatura es una invención del yo?

Sin duda, toda literatura parte del yo. Se dice mucho que estamos en una época muy egoísta, en el caso de los escritores se piensa que padecemos de un ego desmedido. Sin embargo, cuente lo que cuente toda literatura nace del yo. El escritor debería crear una literatura del yo que interese al tú. Que la literatura interese al tú dependerá de cómo la exponga el escritor. Eso es arte, expresar con belleza un determinado acontecimiento. Cuente lo que cuente, sean tramas de guerras o de viajes, el escritor siempre hace literatura del yo. Estoy harto de que los críticos solo hablen de la historia, como si la historia fuera suficiente para hacer literatura. La crítica no habla del estilo. Para las historias, como punto único de referencia, están las series de televisión. La literatura es estilo; la crítica usa la historia como propaganda de un argumento determinado, pero lo importante en literatura es el estilo y la belleza.