Se cuentan por decenas los textos en que analistas, críticos y estudiosos se han exprimido los sesos en busca de todos los significados que puede tener El Ángel Exterminador, hoy un clásico de Luis Buñuel, y hasta un icono de la cultura española, que el director rodó en Ciudad de México en 1962, sobre unos mimbres surrealistas que ya habían sostenido títulos anteriores de su filmografía como Un perro andaluz (Un chien andalou, 1929) o La edad de oro (L´age d´or, 1930).

La energía de lo inmóvil

Acaso el sentido de la película ya lo había señalado el propio director de Calanda: “Quizá la explicación de El Ángel Exterminador sea que, racionalmente, no hay ninguna”, dejó dicho. Una abolición de la razón acorde con aquella ‘suspensión de sentido’ que para Roland Barthes gobernaba la obra, y que, no obstante, no debe hacernos perder de vista algunas evidencias y evocaciones que se desprenden de ella. Por ejemplo, la sátira política contra la burguesía, clase social a la que Buñuel puso en la diana en varias de sus creaciones. “La burguesía no es una clase social, es una enfermedad contagiosa”, sentenció Pasolini, muy alineado entonces en esta suerte de rebeldía con su colega español, en esta frase que bien podría haber firmado el propio Buñuel.

Y es que El Ángel Exterminador narra cómo una cena que reúne a un amplio y heterogéneo grupo de clase alta, con toda su pompa y su farsa, deriva en caos y pesadilla cuando los invitados, empujados por una inexplicable e irrefrenable pulsión, son incapaces de marcharse de la mansión que los acoge. Un rato antes, el servicio doméstico de la casa ha sentido la energía contraria, que los ha hecho huir del domicilio, dejando a los invitados desprotegidos, náufragos, aislados de cualquier posible ayuda en medio del cortocircuito de la lógica en que se van sumiendo. El paso de las horas y los días los va conduciendo a la demencia, y el instinto de supervivencia, a la agresividad.

El ángel exterminador

Un montaje por encargo

Carmen Portaceli, directora del Teatro Español, propuso a Blanca Portillo dirigir una versión teatral de El Ángel Exterminador, en lo que, aspiraba, podría ser uno de los montajes teatrales destacados de la temporada 2017 / 2018. La actriz y directora aceptó, contando con el también actor y dramaturgo Fernando Sansegundo para adaptar el texto a las tablas.

Una obra atemporal y abierta de interpretaciones y sensaciones no necesita trasplantes o referencias al presente. Aún hoy nos vemos encerrados en situaciones absurdas de las que no sabemos escapar, aún hoy persistimos en esa locura que Einstein definió como la repetición de errores que espera un resultado distinto, y aún hoy existe un estrato social encerrado en sí mismo, necesitado de grandes dosis de realidad. Por eso, Portillo se ha mantenido, en su versión, muy fiel, casi literal, al guion original de la película. Se añade en él algún teléfono móvil, algunas expresiones, alguna referencia al Opus Dei. Incluso se mantiene lo numeroso del elenco de la película, subiendo al escenario a una docena de actores, construyendo un gran y ambicioso montaje que rompe la cuarta pared integrando en el público a algunos personajes creados para la ocasión, aportando, así, un tercer punto de vista a la historia, acentuando la sensación de suceso, de acontecimiento e incluso de noticia, y subrayando el presente intrínseco al hecho teatral.

El ángel exterminador

Teatro del Milenio

A un escenario acristalado que desafía la acústica para contribuir a generar la sensación de ahogo, a la repetición de frases y escenas que Buñuel manejó como recurso dramático para acentuar el surrealismo de la insólita situación que describe la trama, al perturbador contraste en los personajes entre su colorismo y elegancia inicial y su feroz y sanguinaria imagen posterior, y al extraordinario reparto capaz de expresar el paso del tiempo y la desolación no solo con diálogos sino también con gestos, Portillo añade una estética plástica y sofisticada muy heredera del ‘Teatro del Milenio’ de Tomaz Pandur, el director esloveno fallecido en 2016 al que la actriz y directora dedica su trabajo en el programa de la pieza. El componente performativo, la estética onírica, la dramaturgia medida al milímetro y la ambición de abordar un texto que nos pregunta quiénes somos y qué hacemos aquí, son algunas de las señas de identidad de aquel vanguardista estilo que respira también en este montaje.

La escena final en la iglesia, con incensario incluido, adonde van los invitados a agradecer su liberación, resulta especialmente sensorial y espectacular. Se mantiene la idea de que la religión no solo no es la respuesta al angustioso problema existencial del ser humano, sino que es otro elemento de misterio. Conjurar a Buñuel puede servirnos también para recordar que no todo tiene una explicación aparente, y si la tiene, quizá no haya que buscarla en el destino u otras dimensiones.

Teatro Español

Fecha
Del 18 de enero al 25 de febrero de 2018
Horario
De martes a sábado 20h. Domingos 19h.
Sala
SALA PRINCIPAL
Sala Principal - Teatro Español
Precio
Entradas de 5 a 22€. Espectáculo incluido en abono de temporada

Ficha artística

Dirección
Blanca Portillo

Versión: Fernando Sansegundo
Reparto

REPARTO:
Hugo Alcaide
Juan Calot
Inma Cuevas
Abdelatif Hwidar 
Ramón Ibarra
Alberto Jiménez
Juanma Lara
Víctor Massán
Anabel Maurín
Manuel Moya
Dani Muriel
Alfredo Noval
Alex O'Dogherty 
Francesca Piñon
Cristina Plazas
Camilo Rodriguez
Irene Rouco
Mar Sodupe
Mª Alfonsa Rosso
Raquel Varela