Los bares, restaurantes y cafeterías se han convertido en esos oasis donde poder estar sin la mascarilla fuera de casa. Una idea que debería aterrarnos a juzgar por la transmisión comunitaria que se está dando en esta segunda ola y por experiencias como la de una cafetería Starbucks de la ciudad de Paju, en Corea del Sur, donde una clienta asintomática actuó como supercontagiadora.

Según la agencia Bloomberg y la Yonhap News Agency, en un primer momento se detectaron 27 contagios pero, rápidamente, se localizaron hasta 55 clientes que habían estado en la cafetería y que ofrecían resultados positivos a las pruebas PCR. Curiosamente, los cuatro trabajadores que permanecieron allí durante más tiempo no resultaron infectados. ¿Por qué? La respuesta es bien conocida por todos, incluidos los negacionistas: El uso de mascarillas. 

El portavoz del Gobierno local, Gang Young-do, señalaba a Bloomberg que el quitarse las mascarillas para comer y dejó a los clientes indefensos. “Incluso si las infecciones no ocurrieron a través de la transmisión por aerosol, la transmisión por gotitas también es posible en un espacio confinado y el virus podría haberse propagado por contacto con las manos”, ha asegurado el señor Gang.

Mantener la salud es una recompensa nada desdeñable que supera con creces las evidentes molestias que causa el uso continuado de mascarillas durante la jornada laboral. Y es que este brote en el que se ha manifestado la efectividad de las mascarillas se ha dado en uno de los países con mejores controles del planeta, aunque probablemente es una situación habitual y cotidiana en cualquier lugar del planeta en estos momentos,  a pesar de no detectarse con efectividad. 

Con una población superior a la de España, la mitad -unos 25 millones- concentrada en el área metropolitana del Gran Seúl, Corea del Sur apenas ha registrado 18.706 casos de coronavirus, lo que le ha convertido en un ejemplo de gestión de la pandemia. Sin embargo, la segunda ola también está sobrepasando al modélico país y ya se ha vuelto a decretar el cierre de colegios, poco después de su reapertura. El Gobierno surcoreano notificó el pasado miércoles más de 400 nuevos contagios, una cifra que no registraba desde el mes de marzo.