Desde que comenzó la crisis del coronavirus, no se ha dejado de insistir en nuestro país en la necesidad de extremar la higiene de manos y evitar tocarse ojos, nariz y boca, los puntos claves de transmisión de la enfermedad. 

Es importante tener en cuenta que no solo a través de las secreciones nasales o de las de la boca se contagia la COVID-19, sino también a través de las secreciones conjuntivales. Es más, aunque no es frecuente, “el uno por ciento aproximadamente de los pacientes infectados sufre conjuntivitis por SRS-CoV2”, indica a ELPLURAL.COM el Dr. Francisco Javier González García, especialista del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles (Madrid). 

Esto aumenta la probabilidad de que los oftalmólogos sean los primeros profesionales en evaluar pacientes posibles infectados; de ahí la necesidad de adoptar una serie de medidas que eviten el contagio. Hay que tener en cuenta que, para valorar al afectado, “necesitamos manejar equipos e instrumental como la lámpara de hendidura o los oftalmoscopios que requieren estar próximos al paciente e impiden guardar una distancia de seguridad de al menos un metro”, recalca el oftalmólogo.

Los especialistas, por tanto, recomiendan lo siguiente:

1. Evaluar a todos los pacientes que acudan a consulta mediante un triaje llevado a cabo antes de acceder a la sala de espera. Se tendrá en cuenta si presentan “fiebre, mal estado general, síntomas respiratorios (tos seca, disnea), ageusia (falta de gusto), anosmia (falta de olfato), diarrea, cefalea, signos de conjuntivitis como ojo rojo, secreción, escozor, picor ocular o fotofobia”, indica doctor.

2. Atender solo a pacientes con patología ocular urgente que no presenten síntomas de infección por coronavirus. 

3. Permitir un único acompañante en la sala de espera y mantener una distancia de metro y medio entre individuos. Del mismo modo, se aconseja evitar que se concentren demasiados pacientes en este espacio. 

Retrasar las consultas 

Para minimizar los riesgos, conviene retrasar toda la actividad no urgente. “Siempre que sea posible, ha de favorecerse la consulta no presencial telemática”, indica el Dr. González García.

Superada la primera fase de la crisis, se llamará a los pacientes para reprogramar las consultas estudiando cuidadosamente “el balance entre riesgo/beneficio tanto sistémico como oftalmológico”, añade. 

Excepciones 

Se aconseja mantener, únicamente, la siguiente actividad:

• Consultas urgentes y revisiones de las urgentes.

• Primeras y segundas intervenciones quirúrgicas urgentes.

• Consultas de inyecciones intravítreas urgentes o no aplazables, revisando los perfiles de las agendas y con contacto telefónico para valorar individualmente cada caso.

• Pacientes con glaucoma. En estos casos, no obstante, se puede hacer una evaluación telefónica que permita detectar posibles intolerancias al tratamiento o la necesidad de incrementar o realizar algún cambio en este.

Uso de las lentes de contacto 

Quienes usen lentes de contacto han de dejar de usarlas y pasar a las gafas si tienen síntomas locales a nivel ocular o generales, “en particular del tipo resfriado o gripe, como fiebre, tos seca, malestar general, etc.”, aclara el Dr. González García. — Ante cualquier duda, han de contactar con su médico. 

En el caso de los niños se recomienda que se les retiren, salvo en casos excepcionales en los que sean imprescindibles, como ocurre “con la afaquia, la ausencia de cristalino”. También se aconseja seguir utilizando las que se emplean para el control de la miopía, como las Orto-K, lentes diarias de desenfoque periférico, etc, con el fin de mantener el efecto buscado con las mismas. 

Dado que son un posible reservorio y fuente de contagio del virus, los profesionales sanitarios que estén expuestos a pacientes positivos deben dejar de usarlas, salvo que puedan utilizar gafas protectoras. 

Cómo manejarlas 

En lo que respecta al manejo de las lentes, los especialistas insisten en la necesidad de lavarse las manos antes y después de manipular estas y los portalentes. Si es posible, es mejor utilizar lentes desechables diarias y deshacerse de ellas “de forma que no contaminen ni microbiológicamente ni como desechos plásticos”, precisa el Dr. González García. 

En caso de emplear lentes no desechables diariamente el paciente ha de “lavarse las manos, extraerlas, limpiarlas con el limpiador adecuado o desinfectarlas siguiendo las recomendaciones del fabricante o su optometrista, aclararlas y volver a lavarse las manos”, concluye.