Seguir una dieta rica en nutrientes, equilibrada y variada es clave para tener una buena salud con independencia de la edad. Sin embargo, en el caso de las personas mayores, esta recomendación lleva un plus añadido. A medida que vamos envejeciendo se producen una serie de cambios físicos y de nuestras capacidades psicosociales que pueden influir en nuestra forma de alimentarnos.

Entre otras cosas, disminuye la actividad y, por tanto, las necesidades energéticas son menores, pero no así los nutrientes. Uno de los principales problemas con que se encuentran los especialistas es la desnutrición. “Aunque en mayores de 65 años no institucionalizados la prevalencia de desnutrición es menor del 5%, en aquellos hospitalizados llega casi hasta el 40%. Esto es debido a varios aspectos, pero entre otros, muchas de las personas de este colectivo son pluripatológicas y están polimedicadas, ambos factores de riesgo de desnutrición”, nos explica Enrique Sanz, nutricionista del Hospital Universitario General de Villalba. Además, añade, en esta franja de edad es habitual la pérdida de apetito y el descenso de la actividad física.

“Es importante identificar esta pérdida de apetito para iniciar de forma precoz, medidas que eviten la desnutrición y la pérdida de masa muscular”, advierte Nuria El Kadaoui, jefa del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario General de Villalba. Entre las causas de esta pérdida de apetito señala “problemas en la masticación y deglución, disminución de la actividad física, fármacos, patología neurológica (demencias, Parkinson....) alteraciones afectivas (depresión, ansiedad, soledad…), trastornos endocrinos (diabetes, patología tiroidea...), cáncer o pérdida parcial del sentido del gusto”.

¿Cómo combatir la desnutrición?

Los especialistas consultados señalan que, además de mantener unos buenos hábitos alimenticios, es vital practicar ejercicio físico adaptado a las posibilidades de cada persona con el fin de mantener la masa muscular y la capacidad funcional.

“La alimentación de las personas mayores debe ser igual que en el resto de las etapas de la vida: una dieta equilibrada, saludable y variada. Es decir, aquella que suministre la energía suficiente para cubrir todas las necesidades y que proporcione todos los nutrientes en las cantidades adecuadas, teniendo en cuenta las características y necesidades individuales”, resume el nutricionista Enrique Sanz. Las personas mayores necesitan los mismos nutrientes (proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales y vitaminas) que en cualquier otra etapa de la vida, “pero la comorbilidad modula los requerimientos en cada caso y en cada momento”, puntualiza el especialista. En este sentido destaca las necesidades de vitamina D, que resultan muy difíciles de cubrir únicamente a través de la dieta, “siendo imprescindible la exposición solar, ya que el cuerpo la produce tras este acto, y los mayores habitualmente tienen menor exposición solar”.

¿Cuántas veces al día se debe comer?

“Idealmente se recomienda realizar 4-5 comidas al día, pero independientemente del número de comidas, se debe procurar tener un horario más o menos fijo”, aclara el nutricionista. Al respecto subraya que “es más importante la calidad de la dieta y de los menús que el número de comidas que se realicen”.

¿Cuál es la mejor dieta?

El mejor ejemplo a seguir es la Dieta Mediterránea, no sólo para las personas mayores. “Es una dieta idónea, independientemente de la edad, además de una valiosa herencia cultural que representa mucho más que una simple pauta nutricional, rica y saludable. Es un estilo de vida equilibrado que recoge recetas, formas de cocinar, celebraciones, costumbres, productos típicos y actividades humanas diversas”, señala Enrique Sanz.

Entre los productos que no pueden faltar está el aceite de oliva virgen extra, uno de los puntales de este patrón alimenticio que ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Además de una dieta saludable, nos proporciona el placer de degustar sabrosos platos.

Las pautas del especialista, además del consumo de aceite de oliva, son las siguientes:

  • Se deben consumir al menos 3 raciones de fruta al día, combinando las variedades y colores.
  • Las verduras y hortalizas deben estar presentes al menos en comida y cena, recomendándose que en una de las ocasiones esté en forma cruda y otra cocinada.
  • Alternar el consumo de alimentos proteicos como huevos, carnes magras y pescados, consumiendo unas 4 raciones a la semana de cada uno de ellos. Entre ellas, 1-2 veces a la semana pescado azul por su alto contenido en omega 3.
  • Se recomienda consumir 3 raciones de legumbres o más a la semana. Es conveniente tenerlas presentes también en temporada de primavera-verano para la preparación de ensaladas.
  • Priorizar los alimentos integrales (pan, pasta o arroz) ante los refinados.
  • Los frutos secos también son alimentos idóneos para incluir varias veces a la semana.
  • Se recomienda un consumo de 2 a 4 raciones de lácteos al día.

¿Qué alimentos están prohibidos en la dieta?

La respuesta es no, pero sí hay alimentos que debemos consumir de forma moderada, nos explica Enrique Sanz. Se trata de la carne roja o procesada, bollería, lácteos desnatados debido a la pérdida de vitaminas A y D, y alcohol.

Con respecto a la sal y al azúcar, asegura que no tenemos por qué renunciar a ellos de forma necesaria. “Son nutrientes que siempre se deben consumir con moderación y que son prescindibles como alimentos en sí mismos, ya que el sodio lo contienen de manera natural muchos alimentos de consumo habitual (pan, embutidos, alimentos cocidos o envasados…) y la sacarosa se encuentra de forma natural en frutas y verduras”, explica. Y

“Eso sí, la sal se debe limitar especialmente si se padecen patologías como hipertensión, insuficiencia cardiaca, enfermedad renal o retención de líquidos, y el azúcar cuando haya presencia de patologías como diabetes, obesidad, síndrome metabólico, etcétera”, concluye.

¿Qué tipo de precauciones debemos adoptar con personas que padecen un deterioro cognitivo?

“La alimentación en personas con deterioro cognitivo cumple los mismos requerimientos que en el resto de la población, si bien los cuidadores de estos pacientes deben supervisar que su alimentación sea la correcta, los horarios sean ordenados y garantizar su acceso al agua para una correcta hidratación”, advierte la geriatra Nuria El Kadaoui.

Hemos consultado también con Alexandra Palacios, logopeda del Hospital Universitario General de Villalba sobre cómo proceder con personas que tienen problemas a la hora de tragar o masticar, algo muy habitual en esta etapa. Esta experta recomienda un entorno saludable, sin ruidos ni distracciones en el momento de la comida. “Deber reunir las condiciones idóneas para prestar atención a la hora de ponerse a comer, ya que son muchos los procesos a coordinar en dicho momento: masticación, respiración y deglución”, asegura.

“Mantener una postura adecuada en una silla a 60-90 grados junto con una flexión del cuello en dirección al plato, facilitará la deglución y puede evitar un atragantamiento”, subraya. Asimismo, destaca que “nunca” se debe beber en botella o utilizando una pajita ya que favorecen el riesgo de atragantamiento.

Para esta especialista es imprescindible “seguir rigurosamente las adaptaciones de la dieta y en caso de no haberlas, derivar al especialista (Otorrino) para que haya un buen diagnóstico y adaptación tanto de líquidos como de sólidos”. Por último, subraya que la “rehabilitación logopédica juega un papel importante para poder superar estas dificultades y conseguir de nuevo volver a comer y beber sin adaptación alguna”.