Barcelona no tendrá finalmente una sucursal del museo Hermitage. Los promotores del proyecto se baten en retirada tras toparse con la reiterada negativa del Ayuntamiento de Barcelona. Los grupos municipales ya han recibido la comunicación del fondo de inversión suizo-luxemburgués, que ahora se centra en el frente judicial que tiene abierto con la Corporación que lidera Ada Colau, según recoge El País.

La sociedad Museo Hermitage Barcelona está controlada en un 80% por Varia y el 20% restante por la sociedad Cultural Development. Entregan la cuchara al ver que el Ayuntamiento de la ciudad condal no da su brazo a torcer. El fondo de inversión considera que ya han dejado pasar demasiadas ofertas suculentas de otras ciudades para albergar el museo, entre las que destacan 23 capitales de provincia españolas, Madrid,  Lisboa y otras nueve capitales europeas.

“A partir de ahora todos nuestros recursos se focalizan en el procedimiento judicial, que seguiremos hasta sus últimas consecuencias”, destaca el coordinador general del proyecto, Albert Pinadell, al tiempo que el primero hito será la “resolución sobre las medidas cautelares solicitadas”. “Si el juez no las otorga el litigio se resumirá en una mera cuestión indemnizatoria y en este sentido debemos ser realistas: a no ser que, en breve, haya cambios radicales, el proyecto no se llegará a realizar en Barcelona”, argumenta.

Rosa Carretero es responsable de relaciones institucionales de Hermitage Barcelona, con una década en el proyecto. Admitía el jueves la retirada desde la “tristeza y desencanto” que ha supuesto este revés para el equipo.

La compañía solicitó al juzgado que anulase la decisión del pleno del Ayuntamiento con la que se impedía la autorización administrativa para la construcción del edificio del museo en una pastilla del puerto, en la Barceloneta. Es este aspecto la clave de todo este lío en el que se encuentra inmersa la franquicia y en el que centrará todos sus esfuerzos a partir de ahora.

Una década de proyecto

El Hermitage desembarcó en Barcelona con la intención de edificar una sucursal del conocido museo hace diez años, contemplando una inversión de 52 millones de euros para la construcción de un recinto llamativo, blanco, con líneas ondulantes, que fue diseñado por el arquitecto Toyo Ito.

El museo se alimentaría del amplio fondo del Hermitage de San Petersburgo, con quien se firmó un convenio de colaboración en 2012 por 50 años. Las previsiones del proyecto estimaban una cifra de 850.000 visitas en su primer año, respaldadas por el turismo de la ciudad condal, al que fiaban en tono al 70% de los tickets. Pero en el proyecto que se presentó a la Autoridad Portuaria se deslizaba la intención de contar con un fondo propio del museo.

Sin embargo, a En Comú Podem no le acababa de gustar la idea. Los morados siempre han cuestionado el proyecto debido al origen privado del mismo y la presencia de un fondo de inversión en su accionariado. De hecho, cuestionaron la aportación turística que provocaría en un barrio que ya recibe demasiadas visitas extranjeras y al que asolan los problemas de movilidad. Incluso intentaron que los promotores fueran partícipes de un proyecto más acorde a su molde.